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ANTONETT
En mi vida se me cruzó por la mente que este día fuera mi cumpleaños. Sin mentir, se me había olvidado por completo de su existencia gracias a las amenazas de muerte que he recibido y también a que Maxim es un gran distractor de problemas.
Mi objetivo cuando llegué era hacer de alguna manera indiscreta que fuéramos a la torre Eiffel y no que la terminara comprando para dejarla a mi nombre, eso es muy descabellado poco ético, pero a la vez muy romántico de su parte.
La noche pintó mejor de lo que imaginaba, con grandes sonrisas y bailes locos bajo la lluvia sin música donde la única melodía eran nuestras risas consecutivas. Cualquiera que se le ocurra mirarnos diría que estábamos locos.
Y lo estábamos... estábamos locos de amor.
Culminamos esta magnífica velada con caricias y besos ya estando en el hotel. La noche era fría, pero de nuestros cuerpos desprendía calor cada vez que se unían y deseo cada vez que se tocaban. Era una magnifica velada con pasos un pocos toscos y desequilibrados. Él tenía sus manos en mi cintura y las mías estaban en su nuca, a diferencia que, en la torre, esta vez sonaba por toda la habitación una canción lenta, pero con una hermosa letra de amor cantada en inglés. Aun así, escuchaba con atención la letra.
«Esto se siente como un sueño
Me sonríes, me agarras la mano y me dices que todo va a estar bien
Ningún chico me había hecho desear tanto
Todos los días, todas las horas
Mi única preocupación es extrañarte
Es nuevo
La manera en que mi corazón late
Es nuevo
Como me haces estar en otro planeta
Se siente tan irreal
Porque es un cruel amor
Contigo»
En nuestros cuerpos n había distancia que los sepárese. Mi cabeza estaba pegada a su pecho mojado porque ninguno de los dos quiso deshacerse de aquel vestuario empapado. La habitación era relativamente grande por lo que disfrutamos dar pasos en círculo mientras cada uno ve a un lado diferente.
Antes de que llegue el estribillo final de la canción, Maxim me mira cosa que hace con su mirada contacte con la mía y así nuestras miradas también se unen al baile. Sus ojos azules resplandecen como nunca, como si lo estuviera disfrutando al máximo, como si todavía no se creyese que esto es real.
Ya somos dos.
Cosas así de hermosas no pasas y cuando pasan siempre vienen con un gran precio a pagar al terminar, pero por ahora me voy a concentrar en disfrutarlo hasta que se termine esta hermosa dicha de estar juntos así. Sin problemas.