¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
MAXIM
Me encontraba llegando a casa con mi osita, iba decidido a dedicarle el resto de la noche a ella después de todo ya medio me aclaró su abuela lo de mis padres, ahora solo tenemos que reducir la lista de los posibles asesinos y hacerle pagar.
Estábamos los dos juntos en mi cama, abrazados, arropados, con la misma ropa de hace unas horas y sin decir nada.
Tanto ella como yo estamos sumergidos en un sinfín de pensamientos y temores, no es hasta que suena mi teléfono que me separo de mi osita para ver quién es.
Mi tío.
No necesito contestar para saber que es algo de trabajo, siempre es así.
—Me tengo que ir por un momento osita —me levanto de la cama acomodándome los zapatos.
—Umju.
La observo y la veo con la mirada perdida, mirando al techo, parece que sobre piensa mucho y eso es muy preocupante, su cara demuestra todo el miedo y temor, creo que toda esa información que le dio su abuela fue mucho para ella.
—Osita.
—Ve, estaré bien —aparta su mirada del techo y me mira con una sonrisa, una de sus bellas y hermosas sonrisas que me enamoran cada día.
—Cuídate, llegaré lo más pronto posible.
—Está bien.
Iba a abrir la puerta hasta que veo que me hizo falta algo, me volteo y veo que Antonett me sigue mirando ahora con una ceja enarcada por devolverme a ella.
—Se te olvidó al...
No dejé que terminara la oración porque la besé, pero a diferencia de los otros, este no era un beso robado, no era un beso fugaz; era un beso con mil y un sentimientos que le transmitían, yo le daba amor y felicidad, ella me lo devolvía en paz y tranquilidad, ambos éramos el complemento del otro.
Me separé de ella uniendo nuestras frentes con una sonrisa, me fijé en sus ojos grises, tan lindos y tan hipnotizaste que la primera vez me atrajo, pensé en quitárselos, pero terminé enamorándome del paquete completo.
Voy de camino al cuartel triplicando la seguridad de la casa. No quiero que le pase otra vez una secuestrada de la loca de Elizabeth.
Estaba bien sumiso en el papeleo que me dejó mi tío en mi oficina, con Tina y André frente mío con otros asuntos del clan.
Estaba revisando la computadora a ver nuevas rutas de tráfico de armas sin que tengan que perjudicar a las rutas de otras mafias hasta que recuerdo el cruce que una vez me enseñó mi osita esta mañana.
Me fijé bien y lo empecé a trazar con el dedo, no perjudica a nadie y es el mejor punto geográfico donde las guardias no llegan ni a revisar.