CAPÍTULO XIV

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MAXIM

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MAXIM

Me reviví en la mente una y otra vez la escena de hace unos minutos y para ser sincero, en mi vida imaginé que Antonett tuviera ese lado psicópata, pero no tengo quejas algunas, al contrario, se puede notar en el promitente bulto de mi pantalón donde mi pene decide extenderse, buscar más libertad.

Esta niña es increíblemente excitante.

No me atreví porque con ella quise ir con calma, despacio, pero si ella le pone leña al fuego es mejor que ardamos juntos.

A tropezones, besos desesperados y pequeños jadeos, llegamos al hotel más cercano, pedimos una habitación y prácticamente echamos a correr para llegar lo más pronto posible.

Nosotros corríamos y las personas que pasan por nuestro alrededor nos miraban raro y no por estar corriendo, sino porque mi hermosa y dulce osita estaba bañada en sangre.

Algunos nos veían con temor, otros buscaban la forma de llamar a la policía y solo con levantar su teléfono les di la orden a mis hombres de matar a todo el que estuviera vivo.

Llegamos a la habitación con una hermosa decoración y rosas esparcidas en forma de corazón por la cama. Ni se hubieran molestado, lo vamos a destrozar todo en menos de cinco segundos, pero cada quien.

El tiempo estaba a nuestro favor, empezó a llover y con el gran ventanal se veía desde adentro una gran y hermosa tormenta que ya ha tumbado una palmera.

Eso me da a entender que es el escenario perfecto para cualquiera o, mejor dicho, para mí, lluvia, disparos de fondos y los próximos hermosos gemidos de mi dulce y bella novia.

Mi osita estaba viendo toda la habitación con ojos desorbitados y caí en cuenta que ella era una persona que prácticamente vivía debajo de una roca. Con ese pensamiento en la mente me reí y me le acerqué por detrás posicionando mi cabeza en su hombro y mis manos alrededor de su cintura.

Ella al sentir se volteó para quedar de frente a mí, se notaba nerviosa, pero decidida al hacerlo. Se acercó a mi hasta el punto de que nuestras respiraciones chocaban y nuestros labios fueron al encuentro del otro en un vaivén donde nos complementamos a la perfección.

Nuestros jadeos y los tiros que se escuchaban de fondo mientras acababan con las vidas de los demás era mi fantasía sexual. Simplemente una noche perfecta.

No sabía si era el de ella.

Me separé un poco de ella y la miré directamente a los ojos, no quería obligarla a nada y no estaba seguro si estuviera preparada para esto.

O tal vez solo tenía miedo de echarlo a perder todo.

Porque si gente, tengo miedo.

Cuando amas a alguien hasta lo más estúpido se convierte en tu mayor temor por hacerlo y perder a la persona que amas.

ANTONETTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora