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MAXIM
Llegué a la meta de noveno y sin esperar que el vehículo baje la velocidad salgo en busca de mi pequeña osita quien estaba rodeada de un montón de personas alojeandola y entregándoles grandes fajas de dinero.
Hizo una apuesta.
Y la gano.
Esa es mi chica.
Esperé a que la gente se vaya para acercarme y darle un gran abrazo de oso, ella me correspondió feliz mientras que en sus manos sostenía bolsas y maletines con dinero.
—Esa es mi señora Collin's .
—¿Si?
—Por supuesto.
—¿Entonces la señora Collin's puede reclamar su premio?
—Adelante —le beso el torso de su mano —lo que desee mi amada.
—Yo quiero... —interrumpida.
—SHOW DE STRIPPER.
Qué.
Todos desconcertados nos giramos al coordinador quien fue el que gritó anteriormente y nos indicó lo siguiente que haríamos que sería el show.
Cuando el terminó de hablar e indicar que nos fuéramos a las camionetas para llevarnos al club, en ningún momento Antonett me despegó la vista. A mi parecer era una de esas miradas de "ni se te ocurra verlas".
Subimos a las camionetas esperando para ir a nuestro próximo destino que ya sería el penúltimo y después la gala, pero esa es después de un par de días.
Este día fue muy agitado y más con una actividad tras otra, pero por lo menos en esta solo se tiene que disfrutar. En mi caso estar sentado mientras la música suena con una copa en la mano y de espaldas a las bailarinas para no salir muerto.
El transcurso no fue largo. Estábamos en el centro de la ciudad y el club estaba a un par de minutos. Claro, el más lujoso del país.
Estaba reservado solo para nosotros y mientras entrabamos el gran lugar se convertía en un pequeño espacio por el montón de personas que entraban. Algunos bailaban, otros disfrutaban de las bailarinas, otros empezaban de una con el sexo y otros simplemente prefieren hacer negocios. De mi caso, aquí no me conviene ninguno. El único que me conviene no vino porque no le dio la gana, pero por lo menos lo hice estando en su casa.
Los cuatro nos fuimos adentrando y empezamos a caminar rápido para reservar una de las salas VIP que tenían una perfecta vista al escenario con un gran ventanal polarizado. Ellos no nos pueden ver a nosotros, pero nosotros sí.
Al entrar me encargue de ver las paredes como si fueran la cosa más interesante del mundo porque al entrar y ver de primero ese gran ventanal lo primero que hizo mi osita fue girar a verme.