Capitulo 24

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- Solo te estoy dando la opción de que te abras conmigo. Me encantaría que lo hicieras.

- Tú lo que quieres es saber lo que pasó entre Camila y yo porque no te aguantas la curiosidad, que te conozco - la acusó-.

- Bueno, vale, en parte sí. ¿Pero qué tiene de malo querer saber tu historia de amor? Te juro que esta vez no voy a hacer ningún uso de lo que me cuentes, bajo ningún concepto - se comprometió Karla-.

- Bueno, es que si haces algún uso te desheredo, directamente - amenazó Lauren-.

- ¿Y bien? ¿Me lo cuentas, mami? - puso Karla ojitos de gato con botas, que sabía infalibles, y supo que había ganado la batalla en cuanto Lauren soltó un suspiro-.

- Ay, a ver. Así, resumiendo, cuando tenía tu edad pasé un verano con Lucy en Miami. Bueno, con Lucy no, porque en cuanto conocí a Camila la dejé más plantada que a una lechuga, pobre.

- Ya estabas con papá, ¿no? Empezasteis a salir a los dieciséis - apuntó Karla-.

- Sí. Y Camila también tenía novio - admitió-. Pero nos enamoramos de una manera tan fácil y tan fuerte... No sé ni explicarte cómo. Fue un mes que vivimos permanentemente en las nubes, era como un mundo paralelo, pero a la vez se sentía lo más real que nos había pasado nunca. Me robó el corazón entero, y yo a ella - confesó melancólica-.

- ¿Y por qué no estuvisteis juntas después? - el silencio de Lauren hizo que Karla dedujera rápidamente la respuesta-. ¿Por mí?

- Bueno, no exactamente. Yo me iba a venir a vivir a New York a estudiar, Camila también estudiaba aquí, queríamos estar juntas... Pero vamos, que al final yo no me lancé. Le había prometido a Camila que dejaría a tu padre, pero no lo hice. Después, sí, llegaste tú, pasó de todo y al final... lo nuestro se quedó en nada.

- Madre mía, mamá. ¡Qué locura! ¿Y a Camila no le dijiste nada de nada? Con razón te tenía tanta rabia...

- Oye, ¿tú de qué parte estás? - le recriminó Lauren-.

- De la tuya, de la tuya siempre - rectificó Karla con los brazos en alto en señal de paz-.

El sonido del timbre interrumpió la conversación de madre e hija y Lauren se levantó para abrirle la puerta a Lucy.

- He traído pañuelos, que sé que los vamos a necesitar - anunció Lucy, mientras saludaba a su amiga-. Venga, corre, dale al play que no puedo más.

- ¿Estáis preparadas? - preguntó Lauren una vez su público favorito hubo tomado asiento en el sofá-.

Ambas asintieron y las seis canciones grabadas por la ojiverde empezaron a sonar. Después de cada una, las tres comentaban la jugada, destacando alguna que otra frase o efecto de sonido que les hubiera gustado especialmente.

Lucy y Karla se deshacían en elogios hacia la aprendiz de artista."tarántula" se posicionó rápidamente como la favorita de Karla, empatada, como no podía ser de otra manera, con "otras alas".

- Mamá, esto es un exitazo.- siguió el ritmo de la canción con la cabeza-. Se la voy a enganchar a todos mis amigos.

- Ni se te ocurra - la frenó-. Estas canciones son para ti y para Lucy. Desde ya te aviso de que no puedes enseñárselas a nadie, ni compartirlas en Internet.

- Ay, mamá - se quejó Karla-.

- Ay, nada. Ahora sí que no estamos jugando. Yo decido los pasos que quiero dar con la música. No me quiero hacer famosa, ni viral, ni trending topic, ni nada. ¿Te queda claro? - cuestionó-.

- Me queda claro. Te lo prometo, esta vez en serio - sentenció Karla-.

Tras ponerse de acuerdo en eso, vinieron innumerables bises y peticiones de versiones acústicas. El trío acabó celebrando el éxito de las canciones pidiendo comida a domicilio y con Karla inventando una coreografía para "gata negra" sentada en una de las sillas del comedor.Lauren se sentía la persona más afortunada del planeta en ese momento.

- Tengo una sorpresa para ti - anunció Karla a su madre-.

- Miedo me da - dijo Lauren, no sabiendo qué esperarse-.

- Cierra los ojos.

- Ciel...

- Mamá, hazme caso y cierra los ojos - insistió y su madre hizo el amago, pero sin llegar a cerrarlos-. ¡Sin trampas!

- Está bien, está bien. Los tengo cerrados.

- Abre la mano - pidió Karla, para después dejar un regalo en la palma extendida de su madre-.

- ¿Qué es esto?

- Ya puedes mirar.

Lauren tenía en su mano un disco. Su disco.

- ¿Y esto?

- He querido juntar todas las canciones para que tengas tu primer disco. Bueno, sería más un EP, porque es cortito... También viene "nana triste".

- ¿Otras Alas? - preguntó Lauren en referencia al título que aparecía en la cubierta del disco, junto a su nombre-.

- Bueno, creo que no se podía llamar de otra manera.

- ¿Y esta portada?

- Es Niké, la diosa alada de la Victoria. Bueno, la estudié el año pasado en historia del arte y me recordó a ti. Por lo de las alas - explicó con obviedad-.

- Es preciosa, Cielo. ¿Dé donde has sacado el dibujo?

- Lo he hecho yo - confesó Karla-.

- ¿Me lo estás diciendo en serio? ¿Tú has hecho esta maravilla? - la chica asintió-. Madre mía, el talento que tienes, mi vida.

- ¿En serio te gusta?

- ¡Me encanta, Karla! ¿Cómo has aprendido a dibujar así? - preguntó sorprendida-.

- Pues por internet, mamá - rió Karla-. Para esto quería la tableta esa que te pedí en Navidad. Creo que quiero estudiar diseño gráfico.

- ¡Y no me habías dicho nada! - protestó Lauren-. ¿Has mirado ya dónde puedes estudiar?

- Bueno, no hay una carrera en sí, serían cursos, o un grado superior... - informó insegura-.

- ¿Y quién dice que tengas que ir a la universidad sí o sí?

- Ay, mamá, me hace mucha ilusión que me apoyes en esto.

- ¿Pero cómo no te voy a apoyar? Con las cosas preciosas que me haces - dijo orgullosa, zarandeando su disco en el aire y Karla la abrazó-.

- He hecho más copias. Una para mí, otra para Lucy y otra... para quien tú quieras - dejó caer Karla-.

Karla MichellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora