Capitulo 32

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Faltaban apenas cinco minutos para que Lauren pasara a por ella, tal como habían acordado el día anterior vía WhatsApp.

Camila daba los últimos retoques a su suave maquillaje mientras se debatía entre usar tacones o decantarse por sus inseparables botas.

Al llevar un ceñido vestido negro palabra de honor, que le sentaba como un guante, se acabó decidiendo por las botas, pues no sabía como era el local al que irían y no quería ir demasiado arreglada.

El timbre la sobresaltó a las seis en punto y la morena no quiso hacer esperar a su cita.

En cuanto salió de su edificio, se encontró con Lauren apoyada en una moto preciosa, fumándose un cigarro.

La morena sonrió ante la imagen y no pudo evitar recrearse en ella. Llevaba una camiseta negra básica de manga corta metida por dentro de unos pantalones de cuadros negros y rojos. Alba se preguntó como podía estar tan guapa.

Lauren también dibujó una sonrisa en su boca cuando se dio cuenta de que no era la única que se había quedado un poco embobada.

- Hola, Camz - la saludó finalmente con dos besos, tras desechar el cigarro-.

- Hola, Lo - devolvió el saludo la morena, causando que la sonrisa de la ojiverde se ensanchara al máximo por el apodo-. ¿Moto?

- Es lo más cómodo para la ciudad. Y más estando solo Karla y yo - se encogió de hombros-.

- Pensaba que te daban miedo.

- ¿Miedo? ¿Por qué? - preguntó extrañada-.

- Bien que te quejabas cuando te llevé yo en mi motillo por Miami. Que si no te fiabas, que si más lenta, que si te daba cosa que no llegara bien al suelo... - recordó-.

- Ay, Camz, pero si era para meterme contigo. Estabas graciosísima con el casco ese rosa de hormiga atómica.

- Oye, ese casco era lo más. Y el que te dejaba a ti, de Hello Kitty, también.

- Igual por eso no quería subirme a la moto y no por miedo, ¿no te parece? - dijo Lauren y ambas rieron-.

- A ver, ¿qué casco tienes tú para mí?

- Pues uno que no te hará pasar vergüenza.

La ojiverde sacó de debajo del asiento un casco blanco liso.

- Aburrido - hizo Camila una mueca, para después ponérselo-.

Lauren hizo lo propio y se subieron a la moto. Camila se agarró a la parte de atrás del vehículo, esperando a que la ojiverde arrancara.

- Te puedes agarrar a mí que no doy alergia, ¿eh?

- No quiero que te emociones - bromeó Camila.-

Lauren negó con la cabeza, buscó con sus manos las de la morena y las pasó por ambos lados de su cuerpo, haciendo que reposaran en su abdomen.

- Así mejor. Sujétate fuerte que nos vamos.

Los escasos veinte minutos de trayecto se le hicieron eternos a la morena. No podía dejar de centrar su atención en los abdominales que se intuían bajo la camiseta de Lauren.

La ojiverde aprovechaba los parones en los semáforos para asegurarse de que su acompañante iba a gusto, detalle que encantó a la morena, aunque la molestara diciéndole que ella conducía mejor.

- Es aquí - informó Lauren cuando aparcó la moto y ambas bajaron de ella, guardando los cascos-.

- ¿Entramos ya?

- Sí. Según me han dicho, hoy hay tres actuaciones. El grupo que te dije es el último, pero podemos ver qué tal los anteriores...

- Me parece perfecto - asintió Camila con una sonrisa-.

Las chicas entraron en el pequeño local y se adueñaron de una mesa alta, para dos, de cara al escenario. No tardaron en pedir un par de botellas de cerveza.

Lauren se encargó de contarle a Camila un poco más acerca de el grupo que tocaría después, cómo los había conocido a través de Álvaro y también le habló sobre la canción que había compuesto para ellos.

Un chico y su guitarra acústica era el encargado de poner banda sonora a la agradable conversación que mantenían.

- ¡Dios, esta canción! - exclamó Camila cuando el chico empezó a tocar un tema de Ed Sheeran-.

- ¿Qué?

- Es la canción que tenía con mi novio canadiense.

La morena se llevó la mano a la cabeza y Lauren se tensó. Aún no habían hablado del historial amoroso de la morena.

La ojiverde tenía mil preguntas que hacerle al respecto y no pudo contenerse a pesar de que en realidad no estaba segura de querer saber más.

- ¿Te trae malos recuerdos? - preguntó intentando sonar despreocupada-.

- No exactamente, bueno, no sé. En realidad fue una relación super bonita, pero acabó un poco mal.

- Si no me lo quieres contar... - avisó Lauren-.

- No, no pasa nada - restó importancia la morena-. Se llamaba Shaw. Le conocí en las calles de toronto, él tocaba siempre en una placita y yo me acerqué a decirle que me encantaba lo que hacía. Lo hice justo después de que cantara Give me love, por eso era nuestra canción.

- Así que músico - apuntó Lauren-.

- Sí - sonrió Camila melancólica-. Vivía pegado a una guitarra, componiendo. Creo que en parte me enamoré de él porque me recordaba un poco a ti.

La confesión de la morena hizo que la ojiverde abriera mucho los ojos, sorprendida.

- Creo que nunca había admitido eso en voz alta - soltó Camila con una risa nerviosa-. El caso es que era un chico adorable, chapurreaba español con un acento canario monísimo y a mí me encantaba.

- ¿Estuvisteis mucho tiempo juntos?

- Cinco años, mi relación más larga. Se acabó porque le dije que me estaba planteando volverme a mudar, a él no le gustó la idea y me acabó dejando por su compañera de piso.

- Vaya...

- Sí. Después de eso mi corazón roto y yo volvimos a Miami un tiempecito a que mi madre nos curara con mimos - relató con un pucherito-.

- ¡Lauren! - la voz de Álvaro sobresaltó a las chicas, que rápidamente se giraron hacia el de rizos-.

- ¡Hola! No sabía que venías - saludó la ojiverde, levantándose para darle un pequeño abrazo-. Mira Camila, te presento a Álvaro, es el que canta conmigo "nana triste".

- ¡Oh! Encantada - la morena se acercó a darle dos besos-. Me encanta la canción.

- Un placer, Camila. Y ¡muchas gracias! Me alegro de que te guste - sonrió-.

- ¿Has venido con los chicos? - se interesó Lauren-.

- Sí, y con más amigos. La banda se está preparando en el camerino, salen en nada. De hecho, yo me tendría que ir con ellos, porque hay sorpresita - guiñó el ojo el cantautor-.

- ¿Vas a cantar? - el chico asintió ante la pregunta de la navarra-.

- Agua y mezcal - confesó como si fuera un gran secreto-.

- Buah, te va a encantar, Camila - se entusiasmó Lauren-.

- Seguro que sí.

- ¿Nos vemos luego? - propuso Álvaro, tras consultar la hora en su móvil y la ojiverde asintió-.

Las chicas se despidieron de él deseándole suerte y volvieron a ocupar sus asientos.

Lauren aprovechó para contarle un poco más sobre las sesiones de composición que había tenido con el de la guitarra y le recomendó algunas canciones que la morena anotó en su móvil, prometiéndole que las escucharía en cuanto pudiera.

Karla MichellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora