Capitulo 33

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Un par de cervezas después llegó el turno de la banda que esperaban.

A mitad de concierto presentaron el tema que Lauren había compuesto, haciendo alusión a la autora, que se sonrojó en cuanto pronunciaron su nombre a través del micrófono para darle las gracias.

Lauren se ocupó de grabar la actuación.

- Si no hago vídeo de esto, Karla e Lucy me cortan el cuello - le explicó a Camila, quién rió, expectante por escuchar la canción-.

"Bad Men Can't Love" sonó de una manera mucho menos desnuda de cómo Lauren la había compuesto. El grupo y la voz rasgada del vocalista le imprimían una fuerza que le encantó a la ojiverde.

La morena, por su parte, escuchaba concentradísima, girándose por momentos hacia Lauren y su cara de ilusión.

Los vítores y aplausos que siguieron a la canción dieron buena muestra de la acogida que había tenido entre el público.

- ¡Esa letra, Lo! - exclamó Camila, gestualizando exageradamente al no saber qué palabras elegir para definir sus sensaciones-.

- ¿Te ha gustado?

- Es increíble. Y súper necesaria. Es que ¡wow!

Camila se deshacía en elogios ante la expresión de felicidad y timidez de la ojiverde.

Cuando el concierto acabó, las chicas se acercaron a felicitarles y acabaron tomándose una cerveza con ellos, celebrando el éxito del bolo.

- ¿Tienes hambre? Conozco un sitio por aquí cerca que hace las mejores hamburguesas veganas del planeta.

- Si son las mejores del planeta, tendré que probarlas - aceptó Lauren la oferta de la morena, con un guiño de ojo-.

Ambas se despidieron del grupo y caminaron hacia el acogedor y moderno restaurante, que quedaba solo a un par de calles de distancia.

- Está buenísima - admitió Lauren tras dar el primer mordisco a su hamburguesa de soja-.

Camila no apreció que la ojiverde hablaba en tercera persona y se atragantó con su limonada casera pensando que se refería a ella. Un ataque de tos delató a la morena y la otra intuyó su confusión.

- Tranquila, respira - rió Lauren mientras le daba palmaditas en la espalda-. Me refería a la hamburguesa.

- No, si ya. Se me... se me ha ido por el otro lado - disimuló Camila como pudo-. La verdad es que sí, cocinan increíble aquí.

El tono de llamada de la morena interrumpió el momento. Al tenerlo sobre la mesa, el nombre de Dinah se leía claramente en la pantalla a la que ambas dirigieron la mirada.

Camila simplemente colgó y siguió hablando de las excelentes y variadas opciones que ofrecía la carta del restaurante.

A los pocos minutos, el móvil volvió a sonar y la morena frunció el ceño.

- ¿Te importa si lo cojo? No suele llamarme y no sé si ha podido pasar algo...

- Claro, adelante - se encogió de hombros la ojiverde en señal de aprobación-.

Alba se levantó y salió del local, pues no sabía qué le podía deparar la conversación. Lauren, desde su posición observaba a la morena a través del ventanal.

- Dinah, ¿todo bien?

- Mm... Depende de lo que entiendas por bien - contestó la rubia con tono pícaro-. Me has dejado en visto toda la tarde, Camilita.

- Era eso - suspiró la morena-. Eh, estoy ocupada ahora mismo, Dinah. ¿Podemos hablar más tarde?

- Uy, qué seca, morena - se sorpendió la rubia-.

- Es que es mal momento - dijo Camila con impaciencia, notando que Lauren la miraba desde dentro del local-.

- Está bien, tranquila. Escríbeme cuando te vaya mejor, señorita ocupada.

Camila se despidió en tono amable y se apresuró en volver a la mesa.

- Perdona, al final no era nada.

- No te preocupes - la comprendió Lauren-.

- Dinah es mi amiga.

- No he abierto la boca, no hace falta que me des explicaciones, ¿eh? - la cortó Lauren, alzando los brazos con una sonrisa, aunque por dentro agradecía la información-.

- Bueno, pero yo voluntariamente quiero aclararte que es mi amiga, conocida diría, incluso.

- Está bien, Camila - insistió la ojiverde con un gesto tranquilizador-.

Camila se bajó de la moto, se quitó el casco, se lo tendió a su dueña y se colocó el flequillo. La ojiverde no tardó en imitar sus movimientos.

- Gracias por traerme. Y por la noche. Lo he pasado muy bien - confesó con una sonrisa-.

- Yo también, Camzi. ¿Me dejas llamarte así? - tanteó Lauren-.

- Mejor no pidas permiso, no vaya a ser que me lo repiense - rió la morena, provocando que la ojiverde imitara su gesto, contenta-.

- ¿Cuándo nos volvemos a ver?

- ¿Me vas a preguntar eso cada vez que quedemos? - cuestionó Camila-.

- Si no lo preguntas tú, sí. Siempre. ¿Y bien? ¿Propones algo?

Camila se mordió el labio, en parte para pensar su respuesta, y en parte para intentar ocultar la cara de boba que Lauren causaba en ella inevitablemente.

- ¿Qué día te puedes pasar por la galería? Estoy trabajando en algunas cosas que me gustaría mostrarte.

- ¿El lunes?

- Para el lunes no me da tiempo a preparar nada, impaciente - protestó Camila, golpeando suavemente el hombro de la más alta-.

- El martes, entonces - cedió mínimamenre la ojiverde-.

- El martes.

- Me pasaré a la hora de comer, si te va bien, porque por la tarde tengo curso y no puedo.

- ¿Y para qué propones el martes si no puedes? - rodó los ojos la morena-.

- Porque me niego a esperar al miércoles para verte, Camila.

Las palabras, pero sobre todo la intensa mirada de Lauren al pronunciarlas, fulminaron a la morena.

camila se mordió el labio y se acercó peligrosamente a la ojiverde.

- Compórtate, no está en mis planes besarte tan pronto y me lo estás poniendo muy difícil.

- ¿Dieciocho años te parece pronto? Porque a mí me parece una eternidad - la retó la ojiverde, sin despegar su mirada de la suya-.

- Lo... - Camila cerró los ojos y se llevó una mano a la nuca, en una lucha entre el corazón y la cabeza-. Tenemos que ir lento.

Cuando la morena abrió de nuevo los ojos, se encontró con los de la ojiverde a centímetros de los suyos, podía incluso notar su respiración.

- Está bien. A tu ritmo - susurró Lauren, separándose-. Nos vemos el martes, Camzi.

La ojiverde se dio la vuelta y avanzó hacia su vehículo con lentitud, haciendo un esfuerzo titánico por no volverse.

- ¡Lauren! - la voz de Camila a sus espaldas le hizo sonreír automáticamente, y sin hacerla esperar demasiado, se giró-.

La morena avanzó hacia ella con decisión, sabía que si pensaba no lo haría.

Cuando llegó a su posición, colocó una mano en cada una de las mejillas de la otra, Lauren flexionó un poco las piernas para quedar a su altura y la morena finalmente acabó con la distancia entre ellas.

Camila atrapó con sus labios el inferior de la ojiverde y se quedó ahí, en ese contacto. Con los ojos cerrados, ambas disfrutaron del momento.

Cuando Lauren quiso profundizar el beso, la morena se separó, posando una de sus manos en el pecho de la otra.

- Despacio, Lo, por favor- le susurró suplicante-.

- Despacio - asintió la ojiverde, que besó la mejilla de Camila con ternura a modo de despedida-. Hasta el martes.

Karla MichellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora