Capitulo 10

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- Si,  claro que me doy cuenta. Pero no podemos, Camila -verbalizo por primera vez la Ojiverde, al ver como la situación se tornaba peligrosa y se escapaba de su auto control -.

- no debemos- rectificó Camila, captando perfectamente a lo qué Lauren se refería-.

- no debemos-le dio la razón-.

- Me gust...

- No lo digas -pidió Lauren, aunque lo leía en sus ojos, escucharlo de su boca lo haría real-.

- Me gustas mucho -hizo caso omiso la morena.

- Ay... -suspiro Lauren antes de rendirse finalmente a la obviedad-. Y tu a mi, Camzi. Me encantas muchísimo.

-- Eh, yo... -Camila rompió el silencio que sus miradas, clavadas con intensidad la una en la otra, habían creado-. Yo... lo siento, pero te tengo que besar.

- Hazlo, Camila. Besame.

Lauren llevo su mano a la meja de la otra y dejo en ella una caricia casi imperceptible, pero que le sirvió para reafirmar su petición.

Ante la sonrisa tímida que le dedico la morena, Lauren cerro los ojos y se mordió ligeramente el labio inferior, esperando ansiosa el contacto. No podían, no debían, pero estaban desiando hacerlo.

Camila se encargo de de colocar un mechón rebelde detrás de la oreja de la Ojiverde antes de conquistar por primera vez su boca. Tras recrearse en los ojitos cerrados y la expresión expectante de Lauren, se acerco hasta rozar su nariz con la suya. La morena suspiro para después acariciarla con sus labios, apenas un roce que acelero el pulso de ambas notablemente.

Lentamente se ocupo de atrapar su labio inferior entre los suyos, provocando así que la Ojiverde entreabriera la boca, invitándola a entrar.

De la manera mas delicada que supieron, ambas exploraron la boca de la otra, que se sentía como estar descubriendo la octava maravilla del mundo. Sus lenguas se enredaron, encantadas de conocerse y dispuestas a no soltarse.

Inevitablemente poco después se separaron por la falta de aire, pero las manos de Lauren se posaron en las mejillas de Camila, asegurándose así de que se quedara cerca.

Como mucho a un beso de distancia.

Se sonrieron con los ojos, aunque no tardaron mucho en volver a buscar los labios de la otra. Se impregnaban por primera vez de un sabor, que aunque no lo sabían, llegarían a añorar por años.

En esa misma playa, días después, Camila dibujaba el mar revuelto en su inseparable Libreta, mientras que Lauren rasgaba en silencio las cuerdas de su guitarra

- Oye, tu estas segura que en necesario que estudies una carrera en artes, porque yo creo que ya eres una artista -piropeo la Ojiverde.

- Claro que hace falta, tonta. aprendo cada día un montón, y aunque no aprendiera, ya solo con el echo de estudiar fuera de casa, conocer gente nueva y todo es super emocionante -explico camila- veras como te va encantar el ambiente universitario en New York.

- Tengo muchísimas ganas, sabes, siento que Miami muchas veces me ahoga. No veo el momento de mudarme y estudiar lo que me gusta, con lo que me costo convencer a mis padres de que no quería ser abogada, si no de dicarme a a música!

- Es tan dificil hacerles entender que el arte  y las humanidadesson tan validas como lo que estudiaron ellos... - se quejo Camila-.

- Yo creo que el problema es que quieren que seamos como ellos. Mi padre ya me visualiza abriendo una sucursal de su bufete en New York. ¡Ni de broma! Por suerte mi madre y yo hemos conseguido que me deje Estudiar Teatro Musical.

- Ay, Lo. Te va a ir tan bien... -auguro Camila, acercandoce a besarla-. Con la de oportunidades que hay en esa ciudad enorme, seguro que alguien se enamora de tu talento. Y yo estaré ahí para verlo.

-¿Me dejarás tocar en las fiestas de tu Galería super exitosa?- río Lauren-.

- Por supuesto- afirmó y la beso de nuevo, apartando esta vez la guitarra de enmedio de las dos-.

- En septiembre estaremos viviendo en la misma ciudad, ¿no te parece una locura?

-Si. En realidad todo desde que te conozco me lo esta pareciendo.

-¿Que vamos a hacer?
-Pregunto Lauren con preocupación en sus ojos.

-¿Podemos no hablar de eso ahora? Nos queda más de una semana por delante.
Olvídate.

- No puedo olvidarme que le estoy poniendo los cuernos a alguien y encima lo hago feliz, como si fuera lo más normal del mundo.

Esa respuesta provocó que los besos cesarán durante el encuentro y la culpa se encargará de nublar esa tarde de verano.





Karla MichellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora