Capitulo 26

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Camila llegó a su casa y se dejó caer en el sofá con el disco entre sus manos.

Lo abría, le daba vueltas, leía por enésima vez los títulos de las canciones, admiraba cada detalle de la portada, sacaba el cd y lo volvía a meter en su sitio para cerrarlo y dejarlo en la mesa.

No podía escuchar esos temas bajo ningún concepto. Camila lo sabía. Sabía que si escuchaba la voz de Lauren se iba a ablandar.

Era consciente del enorme talento de ésta y estaba segura de que las canciones le tocarían la fibra más sensible y podrían hacer tambalear el muro que la morena se había encargado de armar en todos esos años.

Y ya bastante enfadada estaba con ella misma por haber bajado la guardia y llamado a la ojiverde por su apodo, como para permitirse que su música hiciera siquiera un rasguño en su cuidada defensa.

El disco llevaba cuatro días en la mesita del comedor. Camila no había podido evitar volver a cogerlo. Esta vez repasaba los títulos, preguntándose si alguno de ellos sería para ella. Y alejando de inmediato esa idea de su mente.

Debería darle igual.

Una notificación en su móvil la sacó de sus pensamientos.

"¿Nos vemos esta semana, al final?"

Dinah.

Llevaba dándole largas unos días.

Pero igual era justo lo que necesitaba en ese momento.

"¿Puedes ahora?"

"Eh, sí. Claro. ¿Una cerveza para este calor?"

"Perfecto"

Dinah era encantadora. Tenía un sentido del humor maravilloso y un acento que le daba paz.

La rubia tenía muchos atributos pero sin duda, su sonrisa permanente y su gracia natural eran sus mejores armas.

Y además tenía buena conversación. Y era disimulada y respetuosa en su intento de meterle cuello a la morena.

Sin agobios, pero dejando caer sus para nada inocentes intenciones.

En cualquier otra circunstancia, Camila no habría dudado ni un segundo en querer conocerla más, en pasar a la acción. Pero había algo, o más bien alguien, que irremediablemente le impedía poner toda la carne en el asador con la rubia.

Lauren y sus ojos brillantes al hablar de su música, esa era la imagen que aparecía en su pensamiento en cuanto entre Dinah y ella se producía el más mínimo de los silencios.

También fue lo que provocó que la morena girara levemente la cara en el último momento cuando dinah se lanzó a su boca al despedirse, encontrándose finalmente con la comisura de sus labios.

La Rubia, lejos de avergonzarse por la cobra, plantó otro beso en el lado opuesto de su boca, encargándose de acariciar la nuca de la morena en el proceso.

Camila estaba indignada consigo misma por no reaccionar ante tal provocación, dejando en cambio que la rubia se marchara contoneando sus caderas con gracia.

Odiaba su mente. Le fastidiaba enormemente no tener fuerza de voluntad que mantuviera en ella un sentimiento de indiferencia hacia la ojiverde que le permitiera emprender otros caminos.

Aunque Camila realmente había perdonado a Lauren, su corazón lleno de cicatrices le recordaba que no le convenía volver a abrirle ninguna puerta.

Pero la morena nunca había sido de hacer lo que le convenía.

Cuando Camila volvió a casa, no tardó en localizar un reproductor de audio donde introducir el EP. Y le dio al play, sabiendo, en el fondo, que no habría vuelta atrás.

Le gustara admitirlo o no, sentía profunda admiración por lo que Lauren había conseguido hacer y transmitir con esas siete canciones.

Necesitó escucharlas, una y otra vez, hasta desgranar cada atisbo de intención que la ojiverde había puesto en ellas.

Cada una de las referencias a su pasado, a su presente, a su futuro, a sus sueños, a sus miedos, a sus sentimientos más profundos. Y a ella.

Camila podía escuchar como en ese disco Lauren se desprendía de sus fantasmas, se redimía, perdonaba sus culpas y echaba a volar.

Alzaba el vuelo tanto a nivel personal, como la mayoría de las letras dejaban entrever, como a nivel profesional. No pasó desapercibido para Camila el extraordinario trabajo de producción y arreglo de los temas, que los hacían sonar frescos y novedosos.

También para eso tenía un don.

Lauren no había dejado nada al azar, se notaba en cada uno de los detalles y en cada una de las canciones. La morena notó guiños hacia ella en varias ocasiones.

Escuchó "Olivia" de nuevo y se preguntó cómo la ojiverde había tenido el valor de llamar así a la canción y enseñársela a su hija.

Probablemente era su tema favorito, por razones más que obvias. Aunque le gustaban todos. Pasaba de desprender sensualidad a ser el ser más frágil del planeta, para luego volver a convertirse en una mujer de hierro y así incontables veces.

Lauren era excelente en todos los registros, eso no podía discutirlo.Camila escuchaba "Otras Alas" en la ducha, y en el coche de camino al trabajo, y mientras cocinaba, y el domingo de limpieza general. Y sobre todo cuando pintaba.

La inspiración le había llegado como un huracán y la artista se rindió a las musas, o a la musa, empezando así una colección de siete cuadros, uno por canción.

Estaba inmersa en la pieza que correspondía a "nana triste", perfilando una paloma a punto de emprender el vuelo en manos de cierta ojiverde, cuando el timbre de su casa la sobresaltó.

- ¿Qué haces aquí?

Karla MichellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora