Capitulo 45

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La ojiverde había estado mensajeándose con Karla intermitentemente durante todo el día, comprobando así que la noche de amigas le había sentado genial.

Su hija insistió en que Lauren le contara cómo había ido la cena, y ésta le explicó muy por encima lo bien que habían estado, omitiendo el hecho de que habían pasado la noche juntas y todo lo que eso conllevaba.

La ojiverde, en cambio, convocó a una cerveza urgente a Lucy para poder desahogarse respecto a eso.

Lucia la esperaba en la terraza del bar, así que la vio llegar de lejos.

- Que se esconda el sol, que hoy nos iluminan a todos los dientecitos adorables de Lauren Jauregui - gritó para que la oyera, por suerte no había nadie más sentado en las mesas-.

- Lucy, idiota, no chilles - se quejó la aludida-.

- Y hasta aquí ha llegado la luz - fingió un puchero cuando Lauren llegó hasta ella con el ceño fruncido por el numerito-.

- Eres idiota - le dijo cuando la abrazó a modo de saludo-.

- Y tú has tenido sexo.

- ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? - cuestionó la ojiverde-.

- ¿A qué hemos venido? ¿A hablar de lo idiota que soy o a que me des detalles de tu gran noche?

Lauren suspiró y negó con la cabeza. Lucy no tenía ningún remedio, y ella que se alegraba.

- ¿Cuántos? - preguntó Lucy, dando un golpe en la mesa metálica-.

- ¿Cuántos qué?

- ¡Besitos en la mejilla, no te jode! ¿Cuántos orgasmos para que se te quede esa carita?

- ¡Lucy! - recriminó Lauren, pero su amiga seguía alzando la ceja esperando su respuesta-. Tres.

- ¿Nocturnos o mañaneros?

- Ambos.

- ¡Lolo, a ganar! - exclamó en un efusivo aspaviento-.

- Basta, basta de hablar así de esto, porque no le estamos dando la importancia que realmente tiene...

- Venga, adelante con el relato de comedia romántica - puso los ojos en blanco-.

- Pero tómatelo en serio, Lucia - pidió con el dedo índice en alto-.

- Prometo no sólo prestar atención a la parte erótica - se resignó alzando los brazos-.

- Lucy...

- Lauren, te estoy vacilando, cariño. Venga, desde el principio - la instó dando un trago a su cerveza-.

- ... Y la dejé en la galería, quedamos en que tomaremos algo mañana.

- Ya decía yo que la americana que llevas... - hizo una mueca-. Pero como eres gurú de la moda, digo, igual es que ahora son tendencia las chaquetas por los codos...

- ¿Esto es todo lo que tienes que aportar a lo que te he contado?

- No, lo que tengo que aportar es que me muero de envidia. Tú tan bien y yo tan sola - dramatizó-.

- ¿Sola de qué, si no dejas títere con cabeza?

- Sola de amor - dijo Lucia llevándose una mano al pecho-. ¿Cuándo dices que me presentas a tu novia?

- No es mi novia. Y además tú ya la conoces.

- La vi un par de veces y hace mil años, eso no cuenta. A la próxima comida en mi casa la traes.

- Todavía es pronto, no somos nada.

- Ni simis nidi.

- Es en serio, Lucy. Vamos despacio.

- Sí, para lo que queréis - vaciló la castana-.

Lauren agradeció enormemente la charla con su amiga. Lucy siempre le era de gran ayuda para tomar perspectiva de las cosas, ordenar sus ideas y rebajar la tensión que la intensidad característica de la ojiverde le ponía a todo.

- ¿Y esa americana?

Lauren había entrado en casa e intentado dirigirse a su habitación cuanto antes para evitar justamente esa pregunta, pero Karla fue más rápida.

- Ah, me la dejó Camila ayer para volver con la moto. Hacía un poco de frío por la noche - mintió la ojivrede con decisión-.

- ¿Y por qué no te pusiste la chaqueta de cuero que guardas siempre debajo del asiento? - arqueó una ceja Karla, de manera inquisidora-.

- Pues... Camila quería dejarme la chaqueta y yo no le quise hacer el feo y...

- Dormiste en su casa.

- ¡No!

- Mamá, te conozco, si es que ni siquiera puedes mirarme a los ojos.

- Claro que puedo - dijo con seriedad, y lo hizo-.

- ¿Y bien?

- Vale, he dormido con Camila - se rindió y la chica esbozó una sonrisa-.

- ¿Y...?

- No. Ni te esfuerces en preguntar porque es todo lo que voy a decir sobre el tema - la interrumpió su madre, que se iba poniendo roja por momentos-.

- No si no hace falta que digas nada, ese chupetón de quinceañeras me lo está gritando todo - señaló Karla un punto en su cuello-.

- ¿Qué chupetón? - se llevó Lauren la mano a ese punto y se miró al espejo descubriendo una pequeña mancha-. Esto no es ningún chupetón.

- ¡Encima lo niegas! Unos tanto y otros tan poco - se quejó Karla-.

- Otra como Lucy... ¿Tú cómo estás, mi vida? - se interesó Lauren, aprovechando para cambiar de tema-.

- Un poquito mejor. Ayer Lucía y yo bloqueamos al chico.

- ¿Qué chico?

- Jorge, mamá - rodó los ojos su hija-. Es para no decir su nombre.

- Ah, vale, vale.

- Pues le bloqueamos, a él y a la chica.

- ¿A Miriam?

- ¡Mamá! ¿De qué sirve si vas a decir sus nombres igualmente?

- Perdón, perdón - se excusó alzando las manos-.

- Bueno, en fin, que ya no voy a ver ni una historia, ni un post, ni nada de nada. Y así me será más fácil.

- Claro que sí. Poquito a poco - la animó su madre, dejando un besito en su sien-.

- Por cierto, mañana voy a la galería de Camila.

- ¿Sí? ¿Has hablado con ella? - se sorprendió Lauren-.

- Sí, me pasaré justo después de comer, que dice que no hay tanta gente y se podrá trabajar mejor.

- ¿Estás emocionada?

- La verdad es que sí, me hace mucha ilusión.

Lauren no pudo evitar comerse a besos la sonrisita de Karla, hasta que ésta la acabó apartando de encima suyo por pesada.

- ¡Ya, mamá!

- Ay, si es que no se te puede ni dar mimitos - fingió indignación su madre-.

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⏰ Última actualización: May 15 ⏰

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Karla MichellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora