Capitulo 44

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- Lo...

Lauren, aún dormida, apretó todavía más su agarre sobre el cuerpo de la morena.

La morena no pudo evitar sonreír ante la reacción inconsciente de su compañera de cama.

- Lau... Lauren, nena, me hago pis - intentó Camila hacer que reaccionara para poder zafarse de sus brazos-.

- No - murmuró la ojiverde con los ojos cerrados, entre dormida y despierta-.

- Lo, me meo - con cierta brusquedad, Camila consiguió liberarse, provocando así que la ojiverde despertara de golpe-.

- ¿Qué pasa? ¿Estás bien? - exclamó preocupada-.

- No me soltabas y necesitaba ir al baño. Ahora vuelvo.

La morena desapareció de la habitación completamente desnuda, vistas que no dudó en admirar la ojiverde antes de dejarse caer de nuevo en el colchón con la mayor sonrisa del mundo en la cara.

Era real. Había pasado de verdad. Estaba desnuda en la cama de Camila Cabello después de haber pasado la noche juntas.

Y qué noche.

Y qué juntas.

Lauren no pudo evitar soltar una carcajada de incredulidad que Camila pilló de lleno al volver a entrar al dormitorio.

- ¿De qué te ríes tú?

- De felicidad. Ven aquí - abrió los brazos para recibirla-.

La morena obedeció y prácticamente se tiró encima de la otra, que la abrazó.

- Buenos días - saludó la ojiverde con un beso-.

- Buenos días, Lo - restregó Camila su mejilla con la de la otra en respuesta-. Voy a hacer el desayuno.

- No - protestó Lauren, que consultó su reloj-. Todavía podemos dormir un poco más, sólo son las seis y algo.

- Tenemos que ir a trabajar y tú tendrás que pasar por tu casa para cambiarte. No es tan pronto.

- Iré al bufete con la ropa de ayer. No me pienso mover de aquí hasta que sea estrictamente necesario - refunfuñó-.

- Trabajas en traje, Lo, no puedes ir de cualquier manera - intentó racionalizar la morena-.

- Soy la jefa, voy como quiero.

- Te puedo dejar una americana o algo.

- Eso ya me gusta más - aprobó Lauren besando su mejilla-.

- Pero te va a quedar pequeña.

- Pequeñas les quedan las camisas a los musculitos que tengo de becarios y no les digo nada.

- Idiota.

- Bueno, pero tengo razón en que no tenemos porqué movernos de esta posición todavía ¿no?

- Está bien. Duerme un poquito más si quieres - se rindió Camila e hizo el amago de bajarse de encima suyo-.

- En esta posición he dicho - protestó la ojiverde, evitando que se moviera-.

- Estás incómoda, Cielo.

- Estás desnuda encima de mí y me acabas de llamar cielo. No he estado más cómoda en la vida, Camila.

- Qué intensa, dios - dejó la morena un besito en su hombro-.

- No sé de que me hablas - se desentendió la ojiverde-.

Menos de una hora después, el despertador de Lauren se encargó de darles los buenos días por segunda vez.

- Ay, ahora sí - se quejó la dueña del dispositivo con excesivo dramatismo-.

- Ahora soy yo la que no quiero levantarme - susurró Camila dejando un reguero de besos por el escote de Lauren y acariciando sus costados con delicadeza-.

- ¿Qué pretendes?

- Nada - contestó la morena, que ya llenaba de besos los pechos de la más alta-. Sólo que empieces el día con buen humor.

- Te tengo delante, es imposible no hacerlo - dijo Lauren con obviedad-.

- Y ahora me tienes dentro - informó Camila a la vez que llevaba dos dedos a su sexo-.

- Camila - gimió la ojiverde ante el placentero pero inesperado contacto-.

La aludida se lanzó entonces a besarla hasta que sus manos se encargaron de provocarle un orgasmo mañanero que a la ojiverde le supo a gloria.

- ¿A ver esa sonrisa de buen humor por la mañana? - bromeó Camila-.

Lauren esbozó una sonrisa enorme, entre risas, antes de levantarse y cargar con la morena hasta el baño, metiéndolas a ambas en la ducha.

Camila se ocupó de regular la temperatura antes de meterse bajo el chorro de agua.

Lauren aprovechó para seguir con la mirada las gotas que recorrían el cuerpo de la más bajita antes de arrodillarse para poner otra sonrisa mañanera en la boca de la morena, esta vez gracias a su lengua.

Las dos desayunaron con más prisa de la que les hubiera gustado, decidiendo mientras comían tostadas que Lauren llevaría a la morena en la moto hasta la galería.

Así lo hicieron.

Camila pretendía bajarse del vehículo en un semáforo para que Lauren no tuviera que dar más vuelta y pudiese llegar puntual al bufete, pero la ojiverde se negó en rotundo y, cuando la morena bajó de la moto, lo hizo ella también, quitándose el casco.

- Vas a llegar tardísimo, Lauren - la regañó, dándole un pico rápido a modo de despedida para que retomara su camino-.

- Pero con una sonrisa - argumentó la ojiverde-.

- Ay... no tienes remedio - se rindió Camila y la besó de nuevo-. ¿Cuándo nos volvemos a ver?

- No sé, Camzi. Quiero ver cómo está Karla primero...

- Claro. Si todo está bien podemos vernos mañana por la tarde, tomamos algo.

- Te puedo pasar a buscar cuando salgas - propuso Lauren refiriéndose a la galería-. Te voy diciendo, igualmente.

- Perfecto - sentenció la morena agarrándose a las solapas de su americana prestada para besarla-.

- Me voy - anunció la ojiverde dejando el penúltimo pico en los labios de Camila-. Me estoy yendo. Suéltame, Camzi, sino no puedo irme.

Camila finalmente soltó la chaqueta, alisándola en el proceso, Lauren se colocó el caso para evitar la tentación y finalmente puso rumbo a Jauregui Abogados, donde trabajó con el mejor humor nunca visto en la historia del bufete.

Karla MichellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora