Masaomi Akashi

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-Ne... Shin-chan ¿Y si me corto el cabello? -pregunté mientras jugaba con un mechón de mi pelo, hasta que me pegó por la mano -¡Hey! -reclamé

-Deja de jugar por él -regañó

-¿Te acuerdas cuando agarraste la afeitadora de papá y me rapaste la cabeza? -pinché -Mamá te castigó un mes sin dulces -reí

-Sí, lo hice por que no te querías peinar -se defendió

-¡Tenía 2 años Shintarô! Yo solo sabía que dolía -refuté -tuve suerte siqué de que no me sacaste la cabeza -acusé

-malagradecida -señaló -gracias a eso, no te peinaste por 3 meses

-Uy si, que bendición -respondí con sarcasmo

-¡Niños! -Shin-chan bufó ante la aparición de mamá, tal parece que no le gustaba que le dijeran "niño" -¿Y si vamos a almozar fuera?

-¡Sí!

Estaba harta de cocinar para Shin-chan, creo que es inútil por gusto, pero bueno, también estaba el hecho de que si mamá empezaba a cocinar comeríamos a las 4 de la tarde porque le encantaba hacer por lo menos 4 comidas para cada uno de nosotros y, ay si protestábamos, ya era para que esa comida se guarde hasta que se termine de comer, aquí no se desperdiciaba y si no te gustaba, te lo comías igual.

Mamá me ayudó a vestirme con un vestido blanco hasta las rodillas, tenía volados y mangas largas, incluso me puso zapatos del mismo color. Para ella, yo era una muñeca viviente, aquella con la que la mayoría de las niñas sueñan mientras otras van detrás de una pelota.

Shin-chan silbó al verme y, papá se rió ¿Tan mal estaba? Miré mi aspecto en el espejo, creo que no estaba tan mal, espero.

Cuando entramos en el restaurante, el mesero nos guió hacia arriba en una de las zonas exclusivas, esto de tener dinero a veces me agrada ¿A quién engaño? Siempre, pero, no me permito ser codiciosa, también conozco el valor del trabajo.

La mayor parte de la conversación se basó en el futuro de Shin-chan, por favor mamá, apenas está en primer año de preparatoria... a veces pienso que no deberían obligarnos a elegir nuestro futuro al salir del colegio, pero luego pienso que todos queremos independizarnos tarde o temprano y hay que conseguir buenos empleos para ello, pero es injusto, 100 años es poco...

Al parecer al universo no le gustaba verme tranquila reflexionando, porque cuando iba a mitad de mi almuerzo, apareció el papá de Seijuuro y juuusto al vernos, se dirigió a nuestra mesa

-Buenas tardes, buen provecho -saludó, ambos se levantaron y papá le pasó la mano para saludarle, mamá solo hizo una reverencia y luego volvió a sentarse, nosotros también nos levantamos e hicimos una reverencia

-Akashi-sama, ¿gusta sentarse? -ofreció papá, no no no, por favor diga que no

-Será en otra ocasión, Midorima-sama, estoy esperando a unos amigos

-Buenas tardes, buen provecho -otra familia se acercó a nosotros y... Mei era parte de ellos, hice una mueca de desagrado, que Shintarô se encargó de borrar

-¡Shirakawa-san! -mamá se emocionó un poco mucho al saludar a la esposa del otro señor, ay no, no puede ser que sean amigas

-Midorima-san -saludó la otra con sencillez y una sonrisa un poco falsa para mi gusto

-¿Shintarô, qué está pasando acá? -pregunté susurrando, mi hermano se encogió de hombros

-veo que se conocen -observó Akashi-san -¿Les molestaría si nos sentamos todos juntos? La cuenta va de mi parte -ofreció el hombre ¡No! ¿Acaso no es de mala educación añadirte a la mesa de otro sin ser invitado? Y el hacer que otros se levanten es peor

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⏰ Última actualización: Jul 05 ⏰

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La Hermana De Shintarō MidorimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora