Un desastre

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¡Los odio a todos...!!! La clase de historia es siempre la más aburrida, preferiría estar en el entrenamiento de alguno de los chicos. Hasta ver dormir al perezoso de Mura-chin es más divertido. Suspiré por milésima vez y luego bostecé, el profesor ya se estaba hartando de mí mientras leía algo del periodo Meiji

-Midorima ¿en qué año inició? -preguntó para ver si le prestaba atención

-en mil ochocientos... lo siento -bajé la cabeza

-¿Cuánto tiempo duró? -estaba irritado, bueno, yo también lo estaría si estuviera gastando saliva de balde

-¡Eso sí lo sé! -salté -¡45 años! -respondí

-¿Cuál fue el evento más importante?

-creo que fue el inicio de la modernización -contesté dudando

-¿Crees? Midorima, llevo leyendo media hora acerca de este periodo y usted no ha prestado un mínimo de atención

-Lo siento maestro, pero... tengo hambre y estoy cansada -protesté

-como sea, creo que por hoy es suficiente, pero esto no se queda así, se lo diré a sus padres señorita -oh, genial, más regaño

-acepto el castigo que me corresponde, señor -y bueno  ¿qué más remedio? El hombre se levantó y se marchó, bueno, era la última clase de hoy.

Estuve un buen rato viendo televisión hasta que llegó mamá quien me dio un discurso acerca de que pagaban mi educación para prestar atención y aprender, para que fuera la mejor estudiante y que para cuando vuelva a la escuela no sea una mediocre, estoy empezando a arrepentirme de no haber empezado el tratamiento psicológico desde antes y bueno, que remedio.

Cambio de narrador

Miran se levantó con un matorral en la cabeza, se rascó la cara, bostezó y procedió a levantarse. Shintarô al verla, supo que era mejor no hablarle a no ser que quiera que un demonio lo atacara

-Buenos días mis preciosos tesoros -su madre la abrazó, fue la primera en correr el riesgo, los dos varones, sabían que a ella no le haría nada, le tenía tal miedo y respeto como para no ser maleducada con ella

-Madre -fue lo único que respondió Miran en cuanto fue liberada y sin decir nada más fue a sentarse a desayunar. Cuando terminó, lavó sus cubiertos y volvió a subir.

-Miran ¿Ya reaccionaste? -preguntó con cautela Shintarô, la niña estaba sentada en medio de la cama con las piernas cruzadas y la mirada perdida

-¿Me llevas con Kuro-kun? Por favor -pidió con voz monótona, su hermano solo asintió.

En todo el camino a Seirin, Miran se la pasó aferrada a su hermano, ignorando las burlas de Takao. Cuando llegaron, se despidió de ambos con un beso en la mejilla y procedió a buscar a Kuroko, Kagami o Aida, encontró a los tres en el gimnasio, con los demás del equipo en su entrenamiento matutino, Nigou fue el primero en fijarse en ella y se acerco corriendo, nadie más. Se sentó a un costado, viendo como iban y venían en un entrenamiento de piernas bien duro.

Cuando acabaron, Kuroko buscó a Nigou y la notó al fin, este se acercó curioso al verla en un día que no le tocaba visita, ademas de su mirada aburrida, cuando generalmente se ponía a entrenar con ellos

-¿Midorima-kun? -preguntó al agacharse frente a ella

-Quiero hablar contigo, por favor -pidió de una forma tan lastimosa con la que Kuroko no pudo evitar decirle que sí aunque tuviera que ir a clases, asintió y fue a cambiarse, los demás parecía que aún no la notaban -trae a Kagami.

La Hermana De Shintarō MidorimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora