Extra 01: Drew

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Llevo una semana en la fortaleza y, hasta ahora, todo había transcurrido con normalidad. Pero durante un entrenamiento con Duncan y Johans, algo cambió. Un aroma dulce, como a cerezas, inundó el aire, y Dante, mi lobo interior, se agitó inquieto. Fue entonces cuando la vi, debía ser Bianche, la bruja blanca encargada de cuidar a los de la fortaleza.

La observé, cautivado por su belleza y dulzura, y aunque ella notó mi mirada, solo gesticuló un "ahora no". No era rechazo lo que vi en sus ojos, sino concentración mientras atendía a Duncan. Eso me molestó, pero me contuve.

Después de que Bianche terminara de atender las heridas de Duncan, me acerqué a ella, lleno de una felicidad que no podía contener. Con una sonrisa que no lograba esconder, le dije:

—Bianche, eres mi compañera, mi mate, he soñado con este momento. Ahora que te veo, eres incluso más hermosa de lo que había imaginado. Me llenas de una alegría que no puedo explicar. ¿Me darías la oportunidad de conocerte mejor?

Ella me miró con una dulzura que calmaba mi alma de lobo y asintió suavemente.

—Drew, me siento igual. Sí, me gustaría que nos conociéramos. Pero debes entender que mi deber como bruja blanca me obliga a realizar un ritual pronto. Es importante para mantener la seguridad de todos aquí. ¿Puedes esperarme un poco más?

Asentí, comprendiendo la importancia de su tarea.

—Por supuesto, Bianche. Esperaré todo el tiempo que sea necesario. Tu deber es importante y yo estaré aquí, cuando hayas terminado, para apoyarte en todo.

Busqué su compañía para conversar, y ella aceptó. Me contó sobre su misión de reforzar las barreras mágicas de la isla y el conjuro que debía realizar en el aquelarre para crear un cristal de protección. Prometí esperarla todo lo necesario.

Le besaba las manos o las mejillas, la abrazaba en su oficina y le susurraba dulzuras. A ella parecía gustarle y se dejaba abrazar. Pero un día, mientras los lobos de la fortaleza se preparaban para cazar a Droch, fui a abrazarla por sorpresa en su oficina y ella gritó. Max que vio todo no tuvo mejor idea que dejarme castigado en el piso. Serena venia caminando, podía sentir su nerviosismo por que Max había salido a cazar a Droch.

—¿Algo que declarar? —me preguntó Serena.

—Max me ha castigado —respondí resignado.

—Eres tranquilo, ¿qué pasó para que Max te castigue? —inquirió Serena.

—Porque este lobo decidió asustarme —explicó Bianche, saliendo de su oficina.

Bianche me miró con dulzura y me pidió no entrar de esa manera cuando estuviera trabajando.

—Prométeme que no vas a volver a entrar así de loco y menos cuando estoy trabajando, esos frascos pueden ser muy tóxicos, no quieres perder tu olfato, ¿verdad lobito? —me dice Bianche con una voz sumamente dulce.

—¿Algo que contar, Bianche? —preguntó Serena divertida.

Sigo sin decir nada, esperando la reacción de mi mate.

—Estaba tranquila y súper concentrada, creando más ungüentos para las heridas de plata, hasta que cierto lobito decide entrar a lo bruto y abrazarme, me hizo soltar el frasco de polvo de dragón —explica y ahora entiendo por qué estaba tan asustada.

—Lo siento —digo.— solo...

—Nop, sigues castigado y calladito —me dice Bianche haciéndome callar con la mirada.

—Y cómo verás, yo me puse como loca a gritar que me soltara para poder cerrar el frasco y en eso entró tu lobo asustado, pensando que alguien me estaba atacando. De una alejó a Drew de mí, me preguntó si todo bien y le expliqué, así que Max me dijo qué quería hacer, y pues ya lo ves le pedí que se quedara ahí sentado y calladito —termina de explicar Bianche.

ALFA VENDIDO: CADENAS ROTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora