Becky
—Yo me iba ya —me paré algo nerviosa al ver al que supuse que era la hermana de Freen dado que tenían un parecido—. Nos...
—No, perdonen, no quería interrumpir —dijo la chica con una voz calmada—. Pero ¿quieren donas?
Medio sonreí, —No gracias, yo estoy bien —miré a Freen.
—No, ella ya se iba, pero gracias Nam.
Este se empezó a acercar y yo me alejé poniéndome detrás del mueble y pidiendole ayuda a Freen con la mirada.
—Detente ahí —le dijo a Nam.
—¿Por? mira que no huelo mal —aclaró alzando sus manos.
—No es eso, es que no me gusta el contacto físico, ni muy cerca... —titubeé—. Disculpa, pero es todo un gusto por fin conocerte, Nam.
Alzó sus cejas, —¿Ya le habías hablado de mí? —se dirigió a Freen.
Esta asintió, —Sí, ya le he hablado de ti, y es que Becky es, bueno, era una de mis pacientes.
—Es todo un gusto conocerte, de verdad, mira que no te he tratado y me caes de maravilla —solté una risilla—. Pero ¿por qué no te quedas a cenar?
Abrí la boca para negarme, pero Freen pareció creer que diría que sí, por lo tanto se me adelantó.
—No, no puede, pero ella te lo agradece.
—Sí, lo que dijo tu hermana —confirmé.
No sé porqué quise que ella fuera la que me pidiera eso y no su hermana, la cual si se veía de un lado, era bastante parecido a ella. Su cabello estaba segura de que era oscuro pero se lo había pintado castaño, era un bonito color de pelo. Sus ojos a pesar de no ser parecidos a los de su hermana, si llevaba con él algo de ellos, y es que con una sola mirada, podía transmitir mucho; los Chankimha eran familias afortunadas en cuanto del rostro y belleza se trataba.
—Oh, pero si de verdad no importaría, ándale, invítala —le rogó a Freen haciendo un puchero.
Creo que apartir de hoy, este Chankimha me había caído a las mil maravillas; digamos que no sabía como pero la iba a convertir en mi aliada.
—No, no le insistas no vaya y nos eche a los dos —bromeé con ella, sacándole una sonora carcajada—. Yo como quiera me tenía que ir, pero gracias Nam, y gracias a ti, Freen —hice un pequeña reverencia hacia ella la cual me respondió.
—No hace falta que me des la gracia, fuiste tú la que me recogió y... —miró a Nam la cual pareció captar la indirecta mientras nos miraba atenta esperando no sé qué.
—Ah, sí, eso, dejé un agua en la cocina, déjenme ir a masticarla. Ustedes hablen lo que quieran —fue caminando de espaldas—. Y un gusto, Becky ¿así te llamas, cierto?
—Sí —fruncí los labios.
—Bonito nombre —chocó con la pared—. Ay. Perdón, las dejo —y entró a la cocina.
—Tu hermana es muy cool —fue lo único que se me salió decir.
Movió una mano, restándole, —Sí, pero ya te debes ir.
—¿Me echas? —me llevé la mano al pecho—. Hieres mis sentimientos.
—¿Tienes?
—Muy graciosa, Sarocha. ¿Me acompañas a la puerta?
—Mi casa no es tan grande como para que te pierdas, Becky.
Cierto, pero sí era muy bonita y no me cansaba de observarla, ni a la casa y mucho menos a la dueña, y es que ambas tenían algo que era muy de ellas, y era bastante complicado quitarles la mirada de encima. No sé que pasó que se equivocó de número y llamó al mío, pero definitivamente, ha sido mi momento favorito del año; creo que el destino está conspirando a mi favor, y el que yo haya estado cerca fue mucho mejor. Creo que amé todo momento, desde que la vi en la parada, hasta este, el cual me estoy despidiendo de ella. Ese casi beso siento que por parte de Freen será olvidado pero por mi parte, será recordado.
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Sour Candy Beckfreen
RomanceRebecca Armstrong ha sido jefa de su propia empresa por tres años después de la muerte de su padre; el cual de un accidente automovilístico no sobrevivió. Becky tiene una fobia que le ha impedido casi toda su vida, vivir como una persona normal. La...