Epílogo

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Freen

Para muchos mis razones no serás justificadas, para otros será obvia, pero cuando siente eso; ese miedo, ese terror. No piensas en nada más que proteger a esa persona, aun amándola, sientes que no es justo amarrarla a ti para que sufra lo mismo que tú. Tenía miedo, y no sera justificación, pero lo que sí es justificación es que me sentía prisionera, no sabía lo que quería y si no sabía eso, no podía estar clara de lo que sentía por Becky.

Me dolía, porque mis pensamientos de ahora, no eran lo mismo que los de anoche, encerrada en esta habitación de paredes blancas con la ropa de ayer, húmeda y el rimel corrido, me sentía la persona más miserable de todo el mundo, pero así como no sabía que hacer ahora, tampoco supe que hacer ayer, quería olvidame de todo, no entendí el porqué el ser humano no tenía un chip para olvidar todo.

Mi corazón se sentía vacío, sentía que no tenía el porque luchar, que ahora mi mundo había caído por completo; que no merecía estar aquí, no me reconocía, no quería seguir aquí, ¿me suicidaría? sí, era la salida más fácil pero no la mejor, ahora mismo por mi cabeza pasaban muchas cosas pero el suicidio no era una de esas.

Me sentía jodida, mal, rota y sin rumbo, no quería que ella me olvidara, pero no era nadie para salir y rogarle que me diera otra oportunidad después de como la había tratado, las lágrimas algún día tendrán que detenerse, algún día dejara de doler, no será ahora, ni hoy, ni mañana, ni en una semana, puede que en un año o más; pero en algún momento será.

Por Becky aprendí que es amor, era una chica que me rogó por mi amor y yo la rechacé de la manera más cínica e idiota posible.

—¿No vas a comer? —preguntó, Nam.

—No sé como... —tomé aire—, como tienes fuerzas después de que Heng te haya dejado.

—Yo tampoco, no sé como tengo fuerzas, me conformo con saber de que yo lo intenté, tú... dejaste a Becky, a pesar de ella rogarte que no lo hicieras.

—Ni me lo recuerdes —contesté sin ánimos.

—Perdón por no haberte dicho, no sabía como hacerlo y no me había enterado hace mucho.

—Está bien, ya no importa, hasta Irin lo sabía, pero eso ya pasó.

–¿No irás detrás de Becky?

—No, debe de estar odiándome.

—La dejarás.

—Que sea feliz, yo no soy la persona de su vida —al estar de costado, la lágrima rodó por un lado—. Se acabó, Nam, se acabó todo.

Becky

Un mes después

—Esa maleta bájala y ponla aquí —le pedí a Jane—. Que buena que eres —le aplaudí.

—¿Hello? fui yo quien la bajó —exclamó mi hermana—. Que malagradecidas que son ustedes dos.

Tanto Jane como yo reímos a carcajadas. Caminamos hasta las afueras del avión privado con las maletas en las manos.

—Se van —dice aquella con pena—. Bueno, Irin, cuídate, no quiero que tomes mucho por Londres. Y cuidado con engañarme que te vigilo.

—Ay, exagerada —la trajo hacia sí, abrazándola con cariño—. Te extrañaré loca —se separó—. Gracias por estar ahí en los momentos difíciles.

—No es nada, me debes mucho dinero, fui tu psicóloga por todo un mes —se giró hacia mí—. Te abrazaría pero eres alérgica a las personas.

—Y más si se trata de ti —sonreí—. Te extrañaré, loca menor, cuídate mucho ¿sí?

—Sí, sí, que no soy una niña, ya subanse.

—Ve subiendo, Irin, yo quiero decirle algo a esta chica.

—Está bien, te espero arriba —cuando Irin se fue, saqué la llave de mi departamento.

—¿Y esto?

—Tuyo.

—¿Me estás dejando tu departamento? —abrió los ojos sorprendida.

—No sé cuando volvamos, creo que nunca, no quiero que se quede sólo, el perro me lo llevo pero lo demás no. Cuídalo mucho —iba a saltar para abrazarme—. Quieta, fiera, un poco más de espacio.

—¡Te amo! eres maravillosa, Becky.

—Sí, lo sé —le guiñé un ojo—. Cuida de Noey, de Heng y de Nam, aunque casi no los conozcas, sé que necsitaran de ti, mátenme informada.

—¿Y de Freen? —guardó las llaves.

—De Freen ya sé lo suficiente, está intentando una relación con Seng, espero que siga su camino y que logre ser feliz —entrecerré los ojos por el sol—. La amo, pero no me entrometeré, deséale suerte de mi parte si la llegas a ver.

—Está bien, así será.

Miré hacia el avión, —Me tengo que ir, pero cuídate, y consíguete a alguien, odio verte sola —gruñí.

—Ajá, sí. Adiós, Becky.

—Adiós, Jane.

Subí el avión, y antes de que las puerta se cerraran, me despedí de ella.

Adiós... Freen.


Fin...






Gracias por acompañarme a leer esta historia, en un rato les daré el capítulo extra

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