Capitulo 5

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Becky

Moví los papeles de mi escritorio con la mentalidad de que tenía mas trabajo pendiente del que había pensando. Mi trabajo nunca descansa y sinceramente no me molestaba, era una buena forma de mantenerme ocupada en algo ya que la mayoría del tiempo me la pasaba encerrada. Miré a mi alrededor y al no encontrar los papeles firmados por el banco, procedí a llamar a mi secretaria. Sonó, sonó y sonó, pero nadie tomaba el teléfono.

-¿Dónde carajos se metió esta niña? -tomé mi alcohol y guantes y cuando me sentí prepara, tomé un largo suspiro y salí de mi oficina.

Usualmente salía por una parte privada, en donde no tenía que encontrarme con ninguno de mis empleados ni estar cerca de ellos. Daba comunicados a través de micrófonos y estos tenían que acatar mis ordenes porque Irin los supervisaba. En realidad, nunca tuve ningun motivo para entrevistarlos, ni para verlos. Siempre lo hacía Irin, y por lo mismo tanto ella muchas veces se enojaba conmigo. Mi oficina era un buen refugio.

Mi cara era de asco, tenía en mi mente el miedo a ser tocada por una persona. Tragué en seco, cuando crucé una puerta y los vi a todos, en tumultos, conversando, riendo, tocando sus manos y pasando bacterias. Mi cuerpo tembló. A lo lejos pude ver como Noey estaba a un lado conversando con quien sé yo. Mi sangre subió de apoco, me encontraba enojada, porque en vez de estar atenta a mi llamado, estaba haciendo plática con uno de mis muchos empleados. Iba a dar un paso pero recordé donde estaba y con cuantas personas.

Todos estaban bien uniformados y el lugar se veía limpio, pero no era eso, sino que... había gente, y la gente y yo no es que nos lleváramos muy bien. Carraspeé y metí las manos en mil bolsillos, tomé aire y procedí a dar un paso el cual me costó por cien latidos de mi corazón. Una de las personas que estaban ahí dirigió una mirada hacia mí; me causó algo de gracia que sus ojos casi se salieran de orbitas. No pude dar un paso más. Decidí llamar a mi secretaria desde donde estaba.

-¡Señorita Natnicha! -sí, andale Becky, estas en tu barrio. Esta pareció no escucharme y tuve que hacerlo más fuerte-. ¡¡¡Señorita Noey Natnicha!!! -y vi como sus ojos se toparon con los míos, lo que suponía que estaban que echaban chispas.

Todos estaban impresionados y es que, aunque no fuera la primera vez que me vieran, sí era la primera vez que bajaba y me encontraba cara a cara con ellos. Me di cuenta que tenía más empleados de lo que creía, mi piel empezó a sudar inexplicablemente, por más lejos que estuviera de aquellos cuerpos ajenos, no podía no sentirme ahogada. Necesitaba aire.

-¿Señora Armstrong? -inquirió ella, casi corriendo a donde yo estaba.

¿Señora? mierda, ¿tan vieja me veo?

Mi secretaria iba con un café en las manos y al venir tan deprisa hacia mí, y yo ni cuenta haberme dado por estar en otro planeta por el hecho de que estoy casi encerrada con un grupo de cuerpo sudorosos, esta tropezó con la alfombra y cayó sobre mí, derramando todo su café tibio el cual parecía arderme. Me quedé estática. Una persona recargada sobre mí. Una persona que derramó su café sobre mí. Un cuerpo ajeno sobre mí... y...y... pánico.

Las manos de aquella chica de pelo castaño, estaban posadas en mi pecho mientras el tibio de su café estaba desparramado sobre mí. Yo me encontraba con las manos al aire y sin ejercer ningún movimiento. El golpe había sido tan derrepente que no supe como reaccionar. Y parece que a ella también le costó hacerlo. Mis fosas nasales estaban dilatadas y las ganas de empujarla yacían en mí. Los murmullos de las personas no se hicieron esperar. Apreté mi mandíbula y una lágrima rodó por mi mejilla. Uno... dos... tres, la empujé tan deprisa que fue yo la que terminé chocando contra la pared.

-No, no, no, no -negaba repetidas veces, tocándome a mí misma-. Él... tú -negaba con el corazón a mil y la piel sudorosa.

-Señora Armstrong, dios mío, ¿se encuentra bien? -ella no sabía, pero yo no la veía a ella, yo lo veía a él.

Sour Candy Beckfreen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora