Capitulo 23

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Irin

—¿Pero para dónde vas? —perseguí a la loca de mi hermana por todo el lugar, la veía correr de un lado a otro con el perfume en su mano—. Párate de una vez, y dime para donde vas —la jalé por el brazo, sacándole un quejido—. Por dios, no puedes llegar del trabajo así, tan agitada, ¿quién te espera?

Se me quedó mirando, y es que era más que obvio que algo me estaba ocultando. Becky, casi siempre llegaba, se daba una ducha de media hora, se vestía con su pijama y empezaba a ver televisión mientras comía cualquier cosa que quisiera en ese momento. Pero hoy hizo todo lo contrario.

Todo el día estuvo mandando a Noey a hacer cosas, esta ni siquiera se encargó de los trabajos de la empresa, sino que se encargó... sabrá dios de qué, porque me dijo que Becky le había pedido que nadie se enterara de lo que estaba haciendo; y Noey cuando de trabajo se trataba era muy ordenada y de su boca no salía ni una sola palabra. Ni siquiera a mí.

—Tengo que salir, no me detengas, por favor —pidió, y quitó su brazo para seguir a su habitación y cerrar la puerta en mi cara.

Toqué esta rápidamente, —No puedes salir y no decirme para donde vas, por lo menos dime con quién, ¿tengo que acompañarte? —para cuando volvió a salir, esta ya se encontraba vestida, y con su flequillo perfectamente acomodado, Lisa tenía buenos gustos para la ropa, todo lo que se pusiera le quedaba increíblemente bien—. Guao —dije, asombrada.

—¿Me queda bien? —asentí, no tenía palabras, ahora mismo, ella estaba reluciente, aquella ropa parecía haber sido para ella, definitivamente, mi hermanita era hermosa—. Deséame suerte.

Y como si me hubiera despertado, entré en razón y la paré.

—¿Suerte en qué? joder, dime para donde vas, porque no me puedes tener con el Jesús en la boca —me alteré un poco más—. Mira, tú no permites que nadie te toque y... —y Freen sí puede, ayer salió y regresó con una sonrisa, eso quiere decir..., elevé los brazos al cielo—. Claro, es más que obvio.

—¿El qué?

—Te verás con Freen hoy, ¿qué coños te traes con ella? —algo que odiaba Becky era la controlación y yo cuando se trataba de ella, era muy controladora.

—Freen no es una mala persona, no sé lo que te preocupa —abrió sus brazos, buscando razones.

Me eché el pelo hacia atrás, —Tú no la conoces, Becky.

—¿Y tú sí la conoces mucho? que hayas sido pareja de Freen no te hace conocerla del todo, ¿o qué? ¿Te molesta?

Me mofé de ella, —Estás mal. Freen a mí no me interesa en lo más mínimo, date cuenta de algo: yo la conozco más tiempo que tú, sé como es Freen. Ella Huye de lo difícil, cuando siente que no puede con ello, huye, y no hay quien la detenga. Tengo miedo por ti, Becky. Eres mi hermana y te quiero.

Ella pareció entender eso porque su rostro cambió a uno más comprensivo, se acercó y me abrazo con fuerza. Sentí paz y calma, porque el amor que yo sentía por ella, se reflejaba en eso, en paz y mucha calma.

—Perdona, sé que sólo te preocupas por mí —se separé y acarició mi mejilla—. Eres un ángel, y te juro, no, te aseguro y prometo que Freen no romperá mi corazón. Permíteme demostrarme que puedo querer a alguien.

—¿Te gusta?

Asintió mirándome a los ojos, conocía a Becky mejor que nadie, y estaba hablando en serio; a ella le gustaba Freen, y cuando se le metía una cosa en la cabeza, no existía poder humano que se la sacara. Ella podía llegar a ser muy abierta y sincera respecto a sus sentimientos.

Sour Candy Beckfreen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora