Capitulo 38

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Becky

—¿Y Irin sabe que invitaste a Noey?

—No, Jane, pero no sabes lo difícil que se me hizo convencerla, la mujer es dura —me mire al espejo, arreglando mi flequillo—. Noey es igual o más terca que Irin.

—Son tal para cual —dijo desde la puerta, apoyada del marco—. Estás hecha todo un bombonazo, Rebecca.

La miré de arriba abajo, Jane se veía igual de guapa, aquel vestido largo la hacía lucir con un cuerpazo espectacular. Su maquillaje era cero exagerado, dándole toques dulces a su rostro. Su cabello rubio suelto. Jane era toda una mujer hermosa.

—Tú no te quedas atrás, lamentaré no sacarte a bailar esta noche —negó, riendo—. ¿Irin está lista?

—Nop, esa dura más de cinco horas sólo para elegir un tipo de maquillaje, pero ya voy a ver.

—Está bien, me avisas —esta me dejó sola, yo que ya estaba lista, me eché un ultimo vistazo al espejo. Seguro querrán saber como logré convencer a Noey de que viniera a la fiesta, pues aquí está.

Flashback

Toque la puerta de su departamento, aunque nunca fui de ir a las casas de nadie, ni siquiera a la de mi madre, pero aquí estoy, esto es por ti Irin, por favor, no lo eches a perder. Tenía un cubrebocas, una gabardina, y unos guantes de látex, lo suficientemente protegida para que no tocara mi piel, y poder así conversar con ella. Volví a tocar con mis nudillos, y ahí fue que abrió una Noey totalmente desconsertada.

—¿Becky? pero...

—Sí, ¿quién más si no? ¿puedo pasar?

Miró hacia dentro, —¿Quiere entrar?

—No, pero tampoco quiero quedarme aquí —era sincera, no quería entrar, pero si no entraba, no podríamos conversar como yo quería—. ¿O podemos ir a dar una vuelta? mira que no me quejo.

—Déjame ponerme un abrigo —fue en busca de su abrigo y sus zapatos, para luego volver y empezar a caminar conmigo por la acera—. ¿Me dirás a que viniste? porque no creo que haya sido a hacerme una visita.

—Técnicamente si vengo a pedirte algo te estoy haciendo una visita —metí mis manos en los bolsillos de la gabardina—. Pero sí, quiero pedirte un favorcito.

—Esos favorcitos tuyos no me terminan de convencer. Ay, mira, si vienes por Iri...

—¡No! que no es por ella, en realidad, Irin es la que menos tiene idea de que estoy aquí —mordí mis labios—. Vengo por... primero que nada, esto lo hago porque así como yo soy importante en aquella fiesta, tú también porque trabajas en mi empresa, no todos irán, serán unos dos o tres empleados míos, pero a ti te quería invitar exclusivamente.

Se cruzó de brazos, aun seguíamos caminando, Noey me escuchaba atenta sin interrumpirme.

—Por lo mismo, espero que no me rechaces.

—Depende de lo que me pidas —me miró—. ¿Quieres que vaya a una fiesta?

—Sí, se podría decir así, pero es de mascaras, serías muy bien recibida; amaría que estuvieras ahí porque te has convertido en una amiga para mí, Noey.

—¿Qué pintaría yo ahí? estas haciendo esto con tus segundas intenciones. Te conoceré de poco, pero es obvio que es así —me dio una mirada desaprobatoria.

—Te juro que no, por los dioses.

—¡Por los dioses no jures! —casi que me gritó.

—Ya, está bien, te lo juro por mis cámaras, ¿mejor? ahora como te venía diciendo: será algo agradable, algo que vas a disfrutar.

Sour Candy Beckfreen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora