Becky
El miedo se coló entre mis huesos, impidiéndome así moverme, unas sensaciones desagradables de aquel día regresaron a mí mente. ¿No estaba en la cárcel? eso era lo que yo llegué a creer, porque desde aquel día, no supe más de él, ¿qué carajos hacía aquí? no supe con exactitud en que momento llegó, sólo sé que desde que vi a su madre, los vellos del cuerpo se me erizaron, y sentí una corriente por mi nuca, columna y pies.
El rostro "Cariñoso" pero que oculta maldad de su madre, apareció de golpe, así como el día del juicio, así como la vez que me echó la culpa de que su hijo esté en la cárcel, sentí todo, cada maldito momento, cada segundo. Sentí como aquel hombre barbudo que estaba hoy afeitado me miraba de una manera que no sé le ve a una niña de mi edad; como odiaba quedarme a solas con él y nadie nunca se dio cuenta de ello.
Sentí cada maldito toque como si eso hubiera pasado una hora atrás, recordé ese día, ese momento, ese miedo, ese pánico de arrinconarme en una esquina con miedo a ser tocada, con miedo a dormir, con miedo hasta de mirar por la calle; sí, era él y su madre. Estaban ahí, como si nada de lo que me hicieron fuera recordado, como si los años borraran todo el mal que me hicieron los dos.
Mis ojos se habían aguado, no quería verlo, no quería recordar, se veía tan renovado, ¿hace cuánto habrá salido? quería golpearlo, porque yo solo era una niña, él me miraba de una manera pervertida, yo nunca le di motivos para hacer lo que hizo, pero aquel día me golpeó, creo una enorme cicatriz en mi costilla y me dejó con una inseguridad. No quería que estuviera feliz, porque yo el día que me hizo eso, lloré por años, un día me arruinó la vida.
Creí que había muerto, creí que no lo vería más, pero no, aquí estaba, recordandome lo infeliz que había sido, recordándome lo que me hizo.
Lágrimas.
Dolor.
Miedo.
Terror.
Pánico.
Ansiedad.
Tristeza.
Todo eso y más, ahora mismo, me estaba teniendo asco, ¿por qué si fue él quien hizo lo que hizo? pero no, aquí la que se sentía culpable era yo. Me sonrió, de una manera asquerosa. Freen veía la situación con confusión e incomodidad, ella no entendía nada, y yo ni podía hablar. Aquella asquersoa señora, me saludó con su dentadura postiza. Me dieron ganas de vomitar sus zapatos.
Estaba tan en shock, que yo negaba y balbuceaba cosas, y sabí que en el fondo, ellos se estaban burlando de mí. Regresaron, quieren hacerme daño.
—Eres una puta —decía su asquerosa voz—. Te insinuabas, calientapollas.
Suélteme.
—No lograras ser feliz, eres una perra —él estaba drogado, yo creí tener la culpa.
No me haga más esto.
—¿Te gusta así? pues eso es lo que te mereces.
Eventos traumáticos, eventos que no quería recordar, y que moría por olvidar; pero parecía que el destino estaba en mi contra.
Cuando se acercó y me tendió la mano, una estúpida sensación de querer correr, tomó posesión de mi cuerpo. Él se estaba acercando, desesperación era lo que tenía, ¡No, maldita sea, otra vez no!
Me paré de golpe, tanto, que la silla voló a una parte del lugar, no supe cual. Me sentí prisionera, como en ese lugar. Cristales rotos, sangre, ropa rasgada. Cerré los ojos con fuerza para después abrirlos y correr. Correr lejos, sin que nadie me pueda detener, me tenía que alejar, en mí sentía que él quería hacerme daño, me perseguía, no me dejaba ser feliz.
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Sour Candy Beckfreen
RomanceRebecca Armstrong ha sido jefa de su propia empresa por tres años después de la muerte de su padre; el cual de un accidente automovilístico no sobrevivió. Becky tiene una fobia que le ha impedido casi toda su vida, vivir como una persona normal. La...