Irin
—No sé de que me hablas, Becky no me ha dicho nada, Mamá —me quedé pegada al celular con el ceño fruncido—. ¿Qué?
—Becky se encontró con él, ¿por qué no te ha dicho nada?
—¿De que hablas? ¿Ese hombre no estaba en la cárcel? —mis manos comenzaron a temblar, no era normal la incomodidad que había surgido en mí.
—Eso me lo comunicó alguien que había ido al restaurante que ella fue con una chica, ¿se puede saber que diablos está sucediendo en la vida de mi hija? por dios, nadie me dice nada —su voz se rompió, parecía llorar.
—Becky... ella ahora no está aquí —me froté la frente—. ¿Estás segura de que ese hombre esta suelto?
—Sí, Irin. Intente que no fuera así, pero fue inevitable, había tenido buen comportamiento.
Dios. No entiendo el porqué no me dijiste eso, Becky. Pero desde que llegues me vas a escuchar.
—Es que no entiendo ¡Maldita sea, él abusó de una niña! no debería estar fuera —grité, frustrada— No sé que haré.
—No dejar salir a tu hermana.
—Mamá...
—No, Irina, te prohibdo que la dejes salir.
—No soy su maldita niñera —escupí—. No puedo amarrarla a una silla e impedirle que no salga, Mamá. Becky está descubriendo un mundo, ella está volviendo a ser la misma Becky que tanto amabamos.
—No me importa que se encierre, no voy a perder a mi hija, Irin. No lo haré, porque puede que por ese desgraciado, sea para siempre —unos temblores intensos se instalaron entre mis huesos.
—No le va a pasar nada.
—Es un hombre muy peligroso, Irin.
—Lo sé, pero no creo que este la busque, ¿o si?
—No sabes de lo que sería capaz ese desgraciado, ¿sabes que es lo que más me choca? que tiene una hija, cuando le hizo eso a tu hermana él tenía una hija; no sé que clase de hombre es ese tipo. Si es que se puede llamar hombre, ese un animal sin jaula.
—¿Y está bien?
—Está muerta, tuvo un accidente hace más de cinco años; nunca se ha sabido más de su muerte, él negaba que era su hija, pero lamentablemente las pruebas decían lo contrario. Esa pobre chica murió, pero su madre se quedó devastada hasta el día de hoy.
—¿Cómo se llamaba? —quise saber.
—No tengo ni idea —suspiró—. Estate pendiente a Becky, yo haré lo posible contra ese hombre, pero por favor no dejes que nada malo le pase. Y cuídate tú también, si es necesario contrata guardaespaldas.
—Sabes que Becky jamás permitiría eso, Madre. Es que me va a escuchar, no sé porque no me lo dijo —la puerta de adelante se abrió justo yo terminando de decir eso, revelando a una Becky sonriente, esta tarareaba y movía sus manos al compás de eso—. Te llamo luego, Mamá —le corté la llamada y dejé caer el celular, me interpuse en su camino.
—¿Qué pasa? —se mofó—. ¿Cometí un delito? —levantó sus manos en forma de broma.
Me crucé de brazos, —Quiero que me digas la verdad, Becky. Se sincera, por favor —ladeó la cabeza—. ¿Por qué no me contaste que lo viste? —se remojó los labios y frotó los ojos con desaliento—. Te callaste eso, Rebecca.
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Sour Candy Beckfreen
RomansRebecca Armstrong ha sido jefa de su propia empresa por tres años después de la muerte de su padre; el cual de un accidente automovilístico no sobrevivió. Becky tiene una fobia que le ha impedido casi toda su vida, vivir como una persona normal. La...