Capítulo 9

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La vida con Max Verstappen nunca fue linda

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La vida con Max Verstappen nunca fue linda. Su padre Jos golpeaba a su pequeña hermana y a él. Su madre había muerto en labor de parto cuando tuvo a su hermana Victoria. Max apenas tenía tres años cuando su vida se convirtió en una pesadilla.

—Carajo —fueron las primeras palabras del día de Max —. Había dejado las persianas abiertas de su habitación y la luz del sol le molestaba en el rostro —Se levantó de su cama y fue directo al cuarto de baño — comenzó a despojarse de su ropa para meterse a bañar — traía una playera blanca de algodón — mientras la elevaba para retirársela se podían ver pequeñas líneas más blancas sobre su piel — se quedó en bóxer porque era lo último que le quedaba, no solía dormir con pantalones o short — cuando se miró al espejo — comenzó a trazar con su dedo las cicatrices que tenía de los golpes que su padre le daba cuando era pequeño — Ya no está Max — se decía mientras seguía observándose al espejo —mientras que los recuerdos llegaban a su mente.

—Max, otra vez volviste a dejar cochina a esta engendra— acababa de darle de comer a su hermana y fue a buscar algo con que limpiarla, pero su padre llego antes — Ya me tienes harto Emilian de que seas un tonto — Jos se quitó el cinturón con rabia —y lo azotaba como si fuera un animal no importaba que su hijo pedía que parara él nunca se detenía hasta que estuviera satisfecho.

Él siempre trató de ser buen hijo y hermano; sin embargo, su padre no se lo ponía fácil. Aprendió a cocinar para que su hermana y él no tuvieran problemas con su padre por gastar dinero en ellos al pagarles a una persona que les hiciera de comer o lavar. A pesar de que Jos era un empresario exitoso, era un tacaño con los engendros como él solía llamarlos. Lo único que lo reconfortaba es que a su hermana no le hacía daño aún.

Cuando Max tenía ocho años y su hermana cinco. El neerlandés escuchaba gritos que provenían de la planta baja—Me duele, por favor, ya no me pegues —escuchó los gritos desde su habitación y salió corriendo hasta llegar a la cocina donde provenían —su padre estaba golpeando a su hermana con la hebilla del cinturón —te dije que hoy no podías comer estabas castigada, qué parte no entiendes acaso eres estúpida— gritaba Jos estaba colérico.

—Papá, estás lastimándola —gritó asustado—. Se arrepintió por un momento —. Sus piernas temblaron al ver la mirada de su padre—. Todo sucedió tan rápido que no supo en qué momento terminó en el suelo.

—Cómo te atreves a gritarme, estúpido, bastardo —Max escuchaba las palabras de su padre, muy lejos —sentía cómo su cuerpo se quedaba sin fuerzas, ya a estas alturas no gritaba, si soltaba ningún ruido de su boca solo salían lágrimas de dolor—¿cómo es posible que una de las personas más importantes en la vida de alguien haga esto a sus propios hijos? —pensaba Max cada vez que lo azotaba con el cinto.

—Eres mi mayor decepción —lo decía Jos con una rabia mientras seguía golpeando a Max —. Y tú eres la mayor aberración que existe, eres la culpable de que Sophie haya muerto.

La Madrastra II Cherlos II ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora