Sergio Michel Pérez Mendoza, es hijo de uno de los políticos más importantes de México. A la edad de trece años, se fue al extranjero para terminar sus estudios académicos. Tenía uno de los mejores promedios y los recursos necesarios para llegar a u...
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Max se encontraba enfrente de la casa de sus padres adoptivos Torger y Christian. Sí, tendría que elegir una palabra para definir a su familia; sería unidad. O eso es lo que él piensa.
—Max, hijo —gritó su padre Christian de la emoción—. Me da mucho gusto verte, ya pasó mucho tiempo — el británico abrazó a su hijo como nunca lo había hecho.
—Sé que es la primera vez que me voy por tres meses, pero me estás dificultando el paso de aire, papá —se sintió débil.
—Eres un dramático, Max, no te veo hace meses y no te quejas por un abrazo lleno de amor —pasó su brazo por los hombros de su hijo—. ¿Te ves muy delgado, acaso no viene bien?
—Sí, cómo bien, solo que las últimas semanas fueron de trabajos y solicitudes—. Para Max, Christian eres especial si, por un papel, era su padre, pero para Max él sí lleva la sangre de un Horner por sus venas.
—No, importa, pedí que prepararan la comida, tu hermana Victoria no tarda en llegar de la escuela —ambos se dirigieron al comedor que era para catorce personas.
—Veo que remodelaron el comedor —mencionó el neerlandés mientras veía los acabados.
—Sí, ya me había aburrido del otro estilo, era rústico; este ya es más moderno —hizo un gesto con la mano restándole importancia.
—Y ¿dónde está mi padre? — Padre, esa era la palabra con la que se diferenciaban "papá" para Christian y "padre" para Torger.
—Llegará en la noche —Horner tenía una sonrisa en su rostro.
Max no logró identificarla. Su papá era bueno ocultando cosas. Por su comportamiento alegre, uno creería que todo está bien y todo puede estar mal y jamás lo sabrías hasta que las cosas exploten.
—Max —un grito sacó a ambos del ambiente incómodo que se estaba comenzando a formar.
—Victoria —abrazo a su hermana —te extrañé mucho —. No quería soltarla para él, no pasó el tiempo y ve a Victoria como si todavía tuviera cuatro años.
—Yo también te extrañé mucho, hermano —la sonrisa de la niña demostraba la felicidad.
—Y ¿cómo te va en la escuela? —Las pocas veces que llamó a su casa, Victoria casi nunca se encontró, por lo que no había hablado mucho con ella.
—Todo va bien, soy de las más populares del instituto —con orgullo lo menciono.
—Mi padre aún no llega, ¿quería pedirle algo? —Victoria quería el nuevo iPhone. Todas sus amigas y amigos, sus papás, les habían comprado uno y ella no se podía quedar atrás.
—No, hija, tu padre llegará por la noche, supongo que justo antes de la cena —Max, volvió a notar cómo su papá volvió a poner esa sonrisa.
—Por cierto, ¿a dónde fue esta vez? — Torger hacía viajas de negocios demasiadas veces al mes, nunca estaba en el hogar y cuando estaba encerrada en la oficina.
