—Pero qué mierda—. Gritó el mexicano molesto.
Se había levantado por unos fuertes golpes en la puerta principal del departamento.
—Ya voy, maldita sea —gritó desde su habitación—, se levantó de la cama de un brinco —. Juro por Dios que, si esto no es una emergencia, desearás jamás haber tocado esa maldita puerta, pedazo de idiota —abrió furioso la puerta.
—Qué maldito carácter de cargas, Ser —dijo el canadiense del otro lado de la puerta.
—Son las siete de la mañana, Stroll, nuestra primera clase es álgebra a las doce y créeme, no estoy de humor, así que habla, ¿qué quieres?
—Se nota y quita esa cara, o te harás viejo antes de que llegues a los veinte —el mexicano se apartó de la puerta para dejar pasar a su amigo.
—Todo esto es culpa de George —mencionó mientras buscaba entre los cajones —. Esto es nuevo —señaló el reloj en forma de dinosaurio.
—Lo compramos hace algunos días —informó—, pero no cambies el tema. ¿Qué tiene que ver, Georgi, en que vengas a interrumpir mi siesta? —El rostro del mexicano no era el más amigable en estos momentos.
—Le presté ayer el cargador de mi laptop, la bestia esa rompió el suyo y me lo pidió ayer antes de entrar a clases. Me dijo que me lo regresaba por la tarde y adivina que eso no sucedió y tengo que mandar algo y lo necesito urgentemente —dijo algo molesto.
—No me había dado cuenta de que traías la mochila —se rascó la cabeza —. No me juzgues, me acabo de levantar y creo que por equivocación lo tomé y está en mi cuarto, ven.
—Primero, un cafecito, no, porque yo no soy así de fácil. Además, déjame informarte que si tú ya sabes quién se entera de tremenda insinuación, no le agradaría —. Lance negaba con la cabeza.
—Qué estúpido y no me estoy insinuando —declaro firme.
—Me acabas de invitar a tu habitación, eso es suficiente para creer que quieres tener algo conmigo —el rostro de Stroll era de burla.
—Entonces, quédate aquí y te traeré ese maldito cargador— se dio la vuelta para irlo a buscar, pero Lance lo llamó.
—Sergio — le habló susurrando —. Espera, cuéntame cómo te fue anoche porque Carlos no me quiso contar nada de nada, es un amargado —la decepción de Lance se podía escuchar en su voz.
—Fue un show de esos que jamás en tu vida olvidarías de la incomodidad del momento —el rostro de Sergio era muy expresivo, así que se podía notar la incomodidad al recordarlo —. Te lo resumo: fuimos a un restaurante todo tranquilo, amigable, casi hablamos de boda y todo eso. El verdadero problema surge cuando alguien grita y nos saca de nuestra burbuja de amor y felicidad.
—Ya te quiere amarrar, qué decepción, no se tiene confianza — Lance se fue a sentar al sillón.
—Lo mismo pensé —Sergio le siguió el juego —, pero no puede dejar ir este cuerpo de modelo.
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La Madrastra II Cherlos II Chestappen
FanfictionSergio Michel Pérez Mendoza, es hijo de uno de los políticos más importantes de México. A la edad de trece años, se fue al extranjero para terminar sus estudios académicos. Tenía uno de los mejores promedios y los recursos necesarios para llegar a u...