Se conocieron hacía apenas unas horas, pero la conexión entre ellos era palpable, una chispa que se encendía más con cada trago. Las risas compartidas y las miradas prolongadas habían creado una burbuja a su alrededor, aislándolos de la poca gente que aún quedaba en el bar. Sergio, con una sonrisa pícara, había seguido al hombre fuera del bar y ahora ambos se encontraban en camino al lujoso Penthouse de su nuevo compañero de noche. Al llegar al edificio del hombre, tomaron el ascensor hasta el último piso. El Penthouse era impresionante, con una vista panorámica de la ciudad que dejaba a Sergio sin aliento.
—No puedo creer que hayamos terminado aquí —dijo Sergio—. Su voz era un murmullo arrastrado por el alcohol y la adrenalina.
—A veces las mejores cosas son las que no planeamos —respondió el pelinegro—. El hombre poseía una voz grave, tanto así que resonaba en la estancia mientras se acercaba a Sergio—. La mirada de aquel hombre estaba llena de deseo y urgencia, su presencia era imponente pero curiosamente reconfortante.
El aire estaba cargado de una electricidad casi tangible. Que Sergio podía sentir el calor del cuerpo de su amante, incluso antes de que sus manos grandes y firmes lo sujetaran por la cintura, atrayéndolo hacia él. La cercanía repentina hizo que Sergio inhalara profundamente, su corazón latiendo con fuerza. Sus ojos se encontraron, y en ese instante, cualquier rastro de duda se desvaneció.
El primer beso fue explosivo, una mezcla de lujuria y necesidad. Las manos de aquel sujeto exploraron el cuerpo delgado de Sergio, deslizándose bajo su camisa y arrancando gemidos de placer de los labios del joven. Sergio, perdido en el momento, se entregó por completo, sus manos enredándose en el cabello negro del más alto.
—El mexicano se separó ligeramente de su acompañante—. No puedo creer que solo hace un rato, no te conocía —murmuró Sergio— sus palabras ligeramente arrastradas por el alcohol, mientras su mano acariciaba el brazo de sujeto que tenía enfrente.
—Tampoco yo —respondió el pelinegro—. Aquella voz era grave y ronca. Sus manos, grandes y fuertes, se deslizaron por la espalda de Sergio, atrayéndolo más cerca.
El calor de sus cuerpos se mezclaba, sus respiraciones se entrelazaban en un ritmo sincronizado por la pasión. El hombre inclinó su rostro hacia el de Sergio, sus labios rozando apenas los suyos, un preludio eléctrico a lo que ambos sabían que vendría.
—¿Estás seguro de esto? —preguntó el desconocido—. Su voz— apenas era un susurro contra los labios del más bajo.
—Nunca he estado más seguro de algo en mi vida —respondió Sergio—. Antes de cerrar la distancia nuevamente entre ellos en un beso ardiente.
El mundo exterior desapareció cuando sus labios se volvieron a encontrar, una explosión de sensaciones que los dejó sin aliento. Sergio, con una sonrisa traviesa, empujó al hombre más alto sobre el sofá y se subió encima de él. Podía sentir la creciente erección de su acompañante.
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La Madrastra II Cherlos II Chestappen
FanfictionSergio Michel Pérez Mendoza, es hijo de uno de los políticos más importantes de México. A la edad de trece años, se fue al extranjero para terminar sus estudios académicos. Tenía uno de los mejores promedios y los recursos necesarios para llegar a u...