Sergio Michel Pérez Mendoza, es hijo de uno de los políticos más importantes de México. A la edad de trece años, se fue al extranjero para terminar sus estudios académicos. Tenía uno de los mejores promedios y los recursos necesarios para llegar a u...
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La semana de vacaciones había finalizado y todos los alumnos estaban regresando ese fin de semana y George había quedado de verse con Sergio y Lance el sábado en el internado. Ya que los demás regresarían el domingo por la noche.
—El británico escuchó cómo alguien ingresaba al departamento, por lo que supo que Sergio había llegado —se levantó de su cama corriendo—. Quería ir a abrazar a su amigo, pero lo que se encontró lo tomó por sorpresa. —Sergio —lo llamó el rubio—, ¿te encuentras bien? —George lo veía diferente, algo cambió, pero no sabía qué era.
—Sí—le respondió el mexicano —oculto todo rastro de tristeza bajo una sonrisa que estaba practicando durante todo el verano.
—Okay —dudoso, aceptó la respuesta de su amigo—. Bien, solo hay que esperar a Lance y les contaré todo y cuando te digo, todo es todo — ambos se fueron a sentar al comedor, mientras charlaban de las cosas que hicieron en las vacaciones, bueno, más bien mientras George platicaba, ya que Sergio solo se dedicó a escuchar.
Sergio aún la estaba pasando mal, estaba medicado con pastillas para conciliar el sueño, ya no era capaz de cerrar los ojos sin recordar el rostro de Senna y las últimas palabras que le dijo, pero esto lo distraería un rato sin pensar en ese tema.
Se escucharon unos golpes que provenían de la puerta principal —debe de ser Lance —. Russell corrió hasta la puerta para abrirla.
—Lance —chilló emocionado el británico—. Ahora, si ya estamos los tres reunidos, puedo contarles todo.
—Supongo que debe estar bueno el chisme para estar tan emocionado —Lance miró a Sergio y notó algo extraño en él —¿Por qué esa cara? — cuestionó el canadiense.
—¿Qué cara? Así estoy siempre —volvió a sonreír—. Esperaba que con esa sonrisa dejaran de preguntarle.
—¿Por qué traes ese ramo de rosas amarillas? —preguntó Russell de la nada.
—Pues la traigo como decorativo para su departamento para que tenga más color —dijo Lance —. Si no les gustan, me las llevo a mi departamento.
—No es eso, las rosas amarillas significan infidelidad — la voz de George era seria—, pero hablando de infidelidad les tengo que contar lo que mis hermosos ojos vieron el miércoles.
—Entonces cayeron como anillo al dedo —Lance saludo a Sergio con un abrazo —. Lo veía extraño, pero no lo iba a presionar. Si él quiere hablarlo, lo hablará cuando esté listo.
—A Max le fueron infieles —soltó el rubio mientras veía las expresiones de incredulidad de sus amigos —. Así como lo escuchan, Charles le fue infiel a Max, lo que me da un poco de coraje es con quién.
—Espera, Max Verstappen es de quién estamos hablando —Lance quería confirmar que tal sí era otro Max.
—Sí, él mismo —rodó los ojos —, pero lo importante es con quién —trataba de poner el ambiente con suspenso.
