Capítulo 15

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Tres semanas habían pasado desde que George se acostó con Óscar

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Tres semanas habían pasado desde que George se acostó con Óscar. Esta semana estaba calendarizada para entregar todos los proyectos que fueron pedidos por sus maestros antes de los exámenes. Después de los exámenes tendrían dos semanas de vacaciones, las cuales puedes aprovechar para ver a la familia o si desean quedarse en el internado.

—Te doy cinco euros para que ya te calles de una vez—, George se encontraba estresado.

—Casi nunca hablo y cuando hablo me callas —Pierre se molestó con la actitud de su amigo —. Desde que llegaste andas muy roñoso.

—¿Quién dice roñoso? —pregunto Yuki.

—Sergio, te das cuenta de que en muchas ocasiones suelta insultos en su idioma y nadie dice nada porque no le entienden —Pierre, tenía la teoría de que Sergio les decía otro significado.

—Ser, sería incapaz de decirnos alguna grosería —afirmó el británico.

Pierre miraba a sus amigos de manera incrédula, como jamás se habían dado cuenta de que los insultaba en su lengua.

—Hola, pendejotes —llegó el mexicano saludando alegremente —, tenían clase de lingüística.

—Lo ves, nos dijo pendejotes, definido como inteligentes —declaró George orgulloso.

—Eso no significa pendejotes, estúpido — Pierre se golpeaba la cabeza —. Al ser francés, se le facilitaba comprender el español.

—Pues yo sí creo que esa palabra tiene otro significado — dijeron al unísono Yuki y Lance.

El rostro de Sergio era de horror —De ti, si me lo esperaba, Lance, siempre llevándome la contraria —decía apuntando al canadiense con el dedo —. Pero de ti, Yuki, golpe bajo —el rostro de Sergio era de decepción.

—Espera, me dijiste, pendejo —Carlos apenas había reaccionado ante las palabras de su novio.

—¿Pues qué esperaba Sainz, que te dijera mi amor? —gritó Lance con burla —. Todos comenzaron a reírse.

—No, pero más bonito, no tan feo —decía con una tristeza fingida.

—¿Te imaginas, George, que alguien le diga a este cavernícola mi amor? —lo decía con una voz melosa.

—¡Buagh!— George comenzó a hacer guacaradas — ¿Te imaginas que le digan osito cariñosito? —ambos comenzaron a reírse.

—Ya, déjenlo de molestar —Sergio se levantó de pupitre y se sentó en la paleta del banco de Carlos—. Ya, Carlitos, yo te quiero mucho —decía con un toque de burla—. Aunque Carlos sabía el doble sentido de esa palabra.

—Ves que te quiere mucho, Carlitos —su grupito comenzó a reírse.

—Lance, George —La voz de Sergio salió con una amenaza implícita.

La Madrastra II Cherlos II ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora