Capítulo 4

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Se habían marchado todos del departamento, solo se encontraban George y Sergio, cada uno en su habitación, pues ya eran las tres de la madrugada

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Se habían marchado todos del departamento, solo se encontraban George y Sergio, cada uno en su habitación, pues ya eran las tres de la madrugada. En aquella oscura habitación se encontró Sergio, no podía conciliar el sueño, pues solo merodeaba una pregunta: ¿por qué Carlos se había movido para recibir el beso en los labios o fue un accidente? —Maldición—, la mente de Sergio estaba hecha un caos—. ¿Por qué todo debe de ser complicado? —comenzó a hablar solo— Ahora estoy demente por hablar solo, que está mal conmigo —la desesperación lo estaba invadiendo—. ¿Me gustó? ¡Qué mierda, cómo me puede gustar, técnicamente imposible! —exclama Sergio un poco alto.

—Podrías callarte, puedo escuchar cómo murmuras a través de las paredes—. George había entrado a la habitación de Sergio, de muy mal humor, odiaba que interrumpieran su sueño.

—Lo siento es que tengo una crisis existencial—. Sergio miraba abierto a George por haberlo despertado.

—Muévete y hazme un lugar — George había rodado los ojos, pero escucharía a su amigo—. Si son problemas familiares, no soy bueno en ese tema; Sin embargo, puede ayudarte a desahogarte, soy muy bueno escuchando.

—No son problemas familiares, es que, como te puedo explicar—, Sergio quería decirle, pero había una sola razón por la cual no decía nada, llevaba apenas una semana en el internado y todo el tiempo se la paso con ellos, así que deducía de quién estaba hablando—Bueno, creo que me gusta alguien— gustar una palabra muy fuerte, pero le gusto el beso así que le ¿gustaba Carlos?, no era feo si pensaba en ello.

—¿Te gusta alguien? Empezamos fuerte—George pensaba en la forma en como tocar el tema— es por tu sexualidad, ¿no?

—Sí, bueno, ¿cómo lo supiste?—Los nervios lo iban a traicionar, estaba seguro de ello.

—Bueno, es fácil, eres alguien tímido, por ende si te hablo sobre condones o penetración, te sonrojarías—. El británico tenía una sonrisa de oreja a oreja.

—Claro que no —dijo horrorizado— si sé sobre esos temas.

—Pues díselo a tu rostro porque estás hecho un tomate —comenzó a burlarse del mexicano.

—Aparte, supongo que jamás te llegó a gustar alguien de tu mismo sexo y el estar aquí pudo hacer cambiar tu forma de pensar: hay muchos chicos lindos.

—Jamás me gustó alguien. Sería mi primera vez, por eso quiero preguntar: ¿Cómo saber qué te gusta alguien?—observó al ojiverde.

—Te hablaré de mi experiencia en el amor, es una etapa muy bonita, supongo, aunque después él me cambió por algo más feo y defectuoso y posiblemente me engaño el maldito, pero no saquemos mis traumas aquí —comenzó a reírse el británico.

—Mi papá me abandonó — lo soltó Checo riéndose.

-¿What? Espera, esto es verdad—necesitaba una confirmación, esto se estaba poniendo muy serio.

La Madrastra II Cherlos II ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora