Capítulo 24

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La noche estaba tranquila en el apartamento de Charles

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La noche estaba tranquila en el apartamento de Charles. La habitación del monegasco estaba decorada de forma moderna y minimalista, contrastaba con los detalles clásicos que mostraban el linaje noble de los Perceval. La luz tenue de la pantalla del televisor proyectaba sombras suaves en las paredes, y el sonido de la de película de Harry Potter y el Misterio del Príncipe llenaba el silencio. Charles estaba recostado sobre un montón de almohadas, con su cabello castaño y ondulado, cayendo despreocupadamente sobre su frente. Sus ojos verdes reflejaban las luces de la pantalla, pero su mirada estaba perdida, ausente, mientras Carlos, su compañero, estaba a su lado, con una expresión pensativa.

—Carlos estaba mirando a Charles con una mezcla de esperanza y ansiedad—. Charles, tenemos que hablar. No puedo seguir con esto de mantener nuestra relación en secreto. Quiero que tu familia, sepa que te amo, que estamos juntos. No quiero seguir escondiéndome.

—Leclerc suspirando profundamente y apretando los labios—. Carlos, ya hemos hablado de esto. No es tan sencillo. Mi familia tiene expectativas, responsabilidades. El apellido Perceval lleva un peso que no puedes imaginar.

—El español tenía su rostro tenso—. ¿Pero qué peso? Mi padre es un piloto de rally reconocido. El apellido Sainz también es importante. No entiendo por qué tenemos que seguir ocultándonos.

—Charles, fingiendo empatía, pero con una frialdad subyacente—. Carlos, no quiero decir que no valore tu apellido o tu familia. Es solo que, para los Perceval, las apariencias son cruciales. Mis padres son muy tradicionales y estrictos. Si supieran sobre nosotros, me obligarían a dejar de verte. No podría soportarlo.

—Las lágrimas comenzaron a salir de los ojos del español—. Pero, Charles, yo te amo. No puedo seguir así, viéndote a escondidas, como si nuestro amor fuera algo de lo que avergonzarse. Quiero caminar de la mano contigo por las calles, sin miedo, sin esconderme.

—Charles, se acercó y tomando la mano del español, pero con una mirada calculadora—. Yo también te amo, Carlos. Pero entiende que esto es temporal. Algún día, tal vez, las cosas cambien. Por ahora, debemos ser pacientes. ¿Por mí?

Carlos asintió lentamente, pero su corazón estaba pesado con la tristeza y la frustración. Charles lo abrazó, pero sus ojos no mostraban el mismo amor que los de Carlos.

 Charles lo abrazó, pero sus ojos no mostraban el mismo amor que los de Carlos

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