【𝟒𝟒】

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Alice:

Finalmente, había llegado el día que podría cambiar todo. El día que había visto en mis visiones. Mi corazón latía con anticipación mientras desayunaba con Beth. Repasamos el plan una vez más: Avisar a los miembros de la orden, encontrar a los gemelos en la lechuzería.

Tenía que unirme a la directora Umbridge en su recorrido diario por los pasillos del castillo.
Llegué a su oficina, lista para comenzar mi papel de escolta.

— Buenos días, directora, vine para comenzar el patrullaje —Dije con una sonrisa.—

Umbridge me miró con una sonrisa dulzona.

— Oh, querida, primero bebe una taza de té conmigo.

Mi corazón se detuvo. ¿Sería una trampa? ¿Habría colocado veritaserum en el té?

— Se le agradezco, directora, pero acabo de venir del gran comedor y estoy satisfecha —Mentí, sonriendo leve.—

Umbridge se encogió de hombros.

— Es una lástima, entonces. Espera que termine esta taza y comenzaremos.

Asentí y me senté, aliviada de haber evitado la invitación.

Durante el recorrido, noté similitudes entre la vestimenta de Umbridge y la de mi visión, pero no estaba segura. Solo tenía un recuerdo vago de ella. Por suerte, todo era normal, no atrapamos a ningún estudiante desobediendo las reglas.

Pero entonces, nos encontramos con la brigada, que custodiaba a Luna, Ginny y Neville. Y allí estaba, la confirmación que necesitaba. Neville llevaba la misma vestimenta que en mi visión.

¡Excelente! Estaba en lo correcto. Pensé, mi corazón latía con emoción.

El plan se ponía en marcha. Era hora de actuar.

La escena se desplegó ante mis ojos como una obra de teatro macabra. Umbridge, con el rostro endurecido, ordenó que la siguiera, junto a los prisioneros: Luna, Ginny, Neville y yo. Malfoy, con una sonrisa siniestra, había tendido la trampa.

Al ingresar a la oficina, nos encontramos con Harry, Hermione y Ron, atrapados en el acto de intentar usar la red flu. La directora se enfureció, su ceño fruncido reflejaba su rabia.

— ¡Potter! —Exclamó, su voz cortante.— ¿Qué crees que estás haciendo?

Harry negó cualquier intención de comunicarse con Dumbledore, pero Umbridge no creyó sus palabras. Su enojo creció, hasta que, en un gesto inesperado, le dio una bofetada.

La sala se quedó en silencio, sorprendida por la agresión. Nunca antes habíamos visto a Umbridge perder el control de esa manera.

Pero entonces, la puerta se abrió y el profesor Snape hizo su entrada, su presencia como una ráfaga de aire fresco en la tensa atmósfera. Su mirada escrutadora recorrió la habitación, deteniéndose en la marca roja en la mejilla de Harry.

— ¿Me ha convocado, directora? —Preguntó Snape.—

— Snape, justo a tiempo, preciso de la pócima veritaserum para interrogar a Potter —Ordenó Umbridge.—

— Lamento informarle que, si no precisa de algún veneno, temo que no podré ayudarla, directora —Habló Snape.— Debido a que ha empleado la última dosis con la estudiante Chang.

Umbridge se enfureció, y Snape, viendo que su presencia ya no era necesaria, se desvaneció en la noche.

— ¡Tiene a Canuto! En el lugar que usted ya sabe —Dijo de repente Harry.—

𝐒𝐞𝐫𝐞𝐧𝐝𝐢𝐩𝐢𝐭𝐲 (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora