【𝟐𝟗】

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Alice:

La atmósfera en Hogwarts se había vuelto opresiva desde la llegada de Umbridge. La convivencia entre estudiantes y profesores se había tensado, y el miedo acechaba en los pasillos.

Los decretos de Umbridge cubrían las paredes, recordándonos constantemente su autoridad.

Como prefecta y delegada, me sentía atrapada entre mi deber y mi conciencia. Tenía que obedecer las órdenes de Umbridge y actuar como guardia, pero ver a los estudiantes sufrir bajo su régimen era insoportable.

La pluma negra era un método de tortura cruel, y Umbridge lo utilizaba con una indiferencia que me helaba la sangre. Los más pequeños lloraban de dolor, y ella ni se inmutaba. Su voz tranquila y satisfecha mientras influía psicológicamente en los estudiantes para que reconocieran su error y aceptaran el castigo, me revolvía el estómago.

El uso de la magia estaba prohibido, dejándonos indefensos ante cualquier ataque. Los más pequeños eran los más vulnerables.

Cansada de presenciar otro castigo, me refugié en el patio para despejar mi mente. Allí encontré a los gemelos Weasley vendiendo su mercancía en secreto, desafiando el Decreto Educacional 24. Su determinación y creatividad eran un rayo de esperanza en aquel ambiente opresivo.

- Weasley están infringiendo el Decreto Educacional 24.

Los gemelos se dieron la vuelta, con sus rostros pálidos y asustados. Pero al verme, su expresión cambió dramáticamente. Un gran suspiro de alivio escapó de sus labios.

- Debieron ver sus rostros -Reí, disfrutando de su reacción.-

Me senté en uno de los bancos del patio.

- ¿Cansada? -Preguntó Fred, sentándose a mi lado.-

- Bastante -Suspiré, sintiendo el peso de mis responsabilidades.-

Fred tomó mi mano y la acarició con suavidad.

- Debe ser bastante difícil -Dijo, comprendiendo mi carga.-

Luego, se levantó y buscó en uno de los cajones con productos.

- Ten, princesa -Me entregó una rana de chocolate.-

- Gracias, cariño -Le di un beso casto en la mejilla.-

Aunque demostrar cariño en público estaba prohibido, no pude resistirme. Fred sonrió, y por un momento, olvidamos la tensión en el castillo.

George, que vigilaba desde un lado, sonrió discretamente, contento de vernos felices. La venta clandestina de sus productos continuó en segundo plano, mientras nosotros disfrutábamos de un momento de normalidad.

- Y ¿Beth? -Pregunté, curiosa.-

- Fue al invernadero, en busca de ingredientes -Respondió Fred.-

- ¿Aún sigue con ello? -Inquirí.-

Fred asintió con la cabeza.

- Tiene bastante agallas -Dije, sonriendo.-

Beth había tomado una iniciativa admirable, preparando el bálsamo asclepias tuberosa para ayudar a los estudiantes más pequeños que sufrían por las heridas del castigo. Su compasión y valentía eran inspiradoras.

- Es bastante admirable -Agregó Fred, compartiendo mi opinión.-

La reflexión sobre mi papel como líder y cuidadora del alumnado me generó una mezcla de sentimientos encontrados.

Me sentí un poco culpable por no haber pensado en ayudar a los estudiantes de la misma manera que Beth. La excusa de que pertenecíamos a diferentes casas no era válida; la empatía y la compasión no conocían límites de casa ni de posición.

𝐒𝐞𝐫𝐞𝐧𝐝𝐢𝐩𝐢𝐭𝐲 (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora