¿La familia Hargreeves? Una familia un tanto disfuncional conformada por ocho hermanos que desde que fueron adoptados y que siempre supieron que eran especiales, en varios sentidos.
-¿Tienes idea de lo loco que suena esto?
-Todo sobre nosotros es lo...
—Cuando hablas en plural, ¿a quienes te refieres? — cuestiona Cinco.
—No hay mucha ambigüedad.
—Escucha, no sé quién eres ni de dónde vienes, pero te aconsejo que regreses cuanto antes.
—Tiene razón. Debemos irnos — interviene Diego llevándose una mirada indignada de su hermana.
—Acabo de salvarte, mocoso. De no ser por mí, te habrían reducido a blazer y calcetines.
—Ese es el problema. Eres demasiado buena. Preguntas demasiado, sabes demasiado y se te nota muy cómoda peleando.
—Tiene un punto.
—¿Se cómo moverme y eso me convierte en la mala? — pregunta Lila.
—Te convierte en la sospechosa número uno, sabes pelear demasiado bien para una persona normal o bueno una mujer de los sesenta, además de eso dejaste a Diego cuando él te llamaba para que lo ayudaras y fuiste directo donde estaba Cinco, más sospechas de que algo buscas — menciona algunos puntos la rubia.
Cinco asiente — no sé quién eres, pero me fastidias. Si te vuelvo a ver, te matare.
—Me sumo a eso, te lo advertí — señala la chica a la morena con una sonrisa para ir detrás del pelinegro que ya había empezado a caminar yéndose del lugar — ¡Diego! — lo llama al no sentirlo junto a ellos.
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Una vez en el departamento de Elliot, lo ven a él junto a Luther en la pequeña sala ambos dormidos, la chica sigue de largo y busca algo para cambiarse e irse a dormir lo que quedaba de la noche, entra a la sala de revelación, se cambia y sale para buscar algo de tomar, le da un beso en la frente a su hermano, aprovechando que está sentado y besa a Cinco para después caminar al único cuarto y encerrarse para dormir.
En la mañana se levanta y camina al baño encontrando a Luther saliendo del mismo y hace una mueca.
—Sussie. No sabía que estabas aquí.
—Bueno, lo estoy — responde yendo a la cocina para aunque sea lavar su cara para despertar.
Luther la mira por un momento y luego comienza a sacar las cosas para hacer el desayuno para todos. Mientras la rubia vuelve a entrar a la habitación para buscar ropa y otras cosas para darse un baño en lo que los demás despiertan.
Minutos después se sienta en la mesa de la cocina a esperar su porción de desayuno y comentar lo sucedido la noche anterior.
—No entiendo por qué me están siguiendo — dice Diego.
