Su expresión se iluminó en asombro y, maravillada por la pieza culinaria, no notó cuando la previa tensión por la cercanía del demonio se convirtió en una añeja familiaridad. Él reconoció la relajación en su postura, comparable a un animalito entrando en confianza, y se regocijó con ella.
—¡Es realmente delicioso!— Clamó al terminar de tragar, el mayor obvió el cumplido y con la servilleta de tela que sostenía en la mano contraria limpió unas inexistentes manchas en la comisura de los labios ajenos. Rebecca encogió bajo su tacto, como si desease hacerse bolita y desaparecer. Incapaz de sostenerle la mirada, cerró los ojos con las mejillas coloradas, nuevamente dejándose hacer, revestida en una adorable vulnerabilidad.
En cuanto Alastor retiró su mano y los ojos grises lograron volver a enfocarlo ella permaneció inmóvil, paralizada en el tiempo y con la sospecha adornando su rostro. Todavía con el rubor extendido como alas de mariposa desde el puente de su nariz hasta los pómulos. En su mente deseó poder culpar a la pimienta negra todavía zumbando en la punta de su lengua.
—¿Qué fue eso justo ahora?—inquirió conteniendo una carcajada.
—..Solo un…deja vu…
—Mmh~ quiero oír todo sobre ello…
.
—Agh ¿Por qué tuve que ver eso? Ahora necesito un trago…— Se quejó, haciendo alusión a la escena que había presenciado en la cocina. Solo iba por un vaso de agua, cuando se halló irrumpiendo en el momento menos indicado, para su suerte ambos estuvieron tan absortos el uno en el otro que siquiera lo había notado—¿En serio tienen que actuar como una pareja en cortejo?
—¿No es tu carencia de afecto hablando justo ahora?— bromeó Husk alcanzándole una copa.
—Oh, cierra la boca, imbécil.— Soltó echando humo, probablemente porque era cierto.
“Pero tiene razón…” Nadie nunca lo había tratado amablemente, sin insinuaciones sexuales de por medio, en busca de pasar un buen rato y nada más. Tal vez Charlie, pero no era eso lo que tenía en mente. Nunca un caballero había tenido un gesto desinteresado para con él y eso era lo que parecía envidiar. Era absurdo porque no sabía puntualmente cuáles eran las segundas intenciones del demonio de la radio, claramente no eran actos puros de devoción. Él definitivamente buscaba algo a cambio. Obvio, no era sexo y tal vez eso era lo que lo hacía enfadar tanto, que la chica no tuviese idea y pudiese disfrutar vagamente de ¿qué era aquello que imaginaba con exactitud, la sensación calida del cortejo inocente, tal vez?
—Probablemente él solo la esté fastidiando, tiene una predilección por los nuevos juguetes después de todo.— el felino confirmó sus sospechas. Pero él estaba absorto en su envidia, porque solo quería ser protagonista de esas estúpidas escenas de comedia romántica y destinatario de esos actos de amor. Angel hizo un puchero. —¿Estás bien?— Miró a Husk con el color trepando a sus mejillas y de pronto supo quién era el otro personaje de la novela de romance que escribía en su cabeza. No estaba lo suficientemente ebrio para fingir así que solo suspiró. “Maldita sea, gatito. Si supieras…”
—Angel…— ahí estaba. —Pensé que estarías descansando.
—Sí…tuve un mal sueño así que…—señaló la bebida en su dedos. Lucía decaído, por lo que Rebecca no quiso indagar allí.
—¿Te nos unes para el almuerzo?
—Dalo por hecho— sonrió mientras el alcohol adormecía las sensaciones poco placenteras, para abrir paso a la nada misma que le permitía moldear sus propias emociones.
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El almuerzo transcurrió sin grandes eventos, Charlie tal vez se dejó llevar por la emoción de tener una nueva alma que ayudar y por el hecho de que ésta fuera una personalidad que transmitía calma. Era tranquilizador y alarmante a la vez, no sabía qué truco podía esconder bajo la manga, porque los demonios no suelen ser lo que parece. Sacudió de su cabeza esos pensamientos, no quería juzgarla de antemano. Rebecca hasta el momento había demostrado ser inofensiva. Y si bien el súbito interés de Alastor hacía sonar ciertas alarmas de momento decidió hacer la vista gorda y asociarlo solo con su predilección por fastidiar. Repaso la conversación que había tenido esa misma mañana con el demonio de la radio, cuando este apareció en la puerta de su oficina en el momento en el que ella se proponía salir.
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Attached | Alastor x OC
FanfictionElla es su dueña, pero no lo recuerda. Él piensa piensa aprovecharse de ello. Un nuevo huésped llega al hotel sin recuerdo alguno de cómo o cuándo ha caído en el infierno. Alastor sabe quién es, con la misma certeza con la que sabe que la soga que r...
