Era difícil sostenerle la mirada en esas circunstancias, así que la evadió. La ausencia de máscaras lo había dejado desnudo. Expuesto. Indefenso. Y Alastor no era capaz de concebir tal cosa.
Eso lo estremeció. El reconocer que la primera vez que la había besado no fue con el fin de confundirla. Que cuando la rozaba, no era solo en búsqueda de una reacción. Que las cosas que había fingido que no lo tocaban realmente estaban allí, lo atravesaban mucho más de lo que podía permitirse. Que no estaba exento de deseo como había querido creer. Porque existía antelación en la suavidad de su tacto y la ligereza de sus suspiros. Anhelo por acariciar sus labios húmedos y su aliento tibio. Fascinación por embeberse en su aroma, mientras ella temblaba bajo su figura.
Ahora mismo la tenía delante, desarmada, indefensa, real. Su vida no estaba en riesgo y aún así, a sus ojos se erguía la amenaza más aterradora a la que se había enfrentado jamás. Una urgencia muda lo invadió por un instante, un impulso primitivo, un reflejo de huída. Sin embargo, así como el animal menos apto, aquel que la selección natural descarta sin piedad: se paralizó.
Pero fue solo un momento, ¿verdad? Solo un traspié en su control.
El peligro real no estaba en ella, sino en lo que despertaba. El peligro de sentirse conectado a un otro. De dejarse querer. De admitir emociones para las nunca fue preparado. Porque había una conexión, un vínculo. Un deseo de preservar, de pertenecer. De proteger.
Rebecca permaneció en la misma posición, contemplando el desarrollo de los hechos con aparente inocencia.
Si había algo que Alastor no podía manejar, eso era sin duda la honestidad. Para alguien que era un experto barajando máscaras la exposición representaba un ataque que lo desarmaba por completo.
No por nada su mantra: "Nunca estás completamente vestido sin una sonrisa" Incluso si es falsa, fingida.
Rebecca se presentó sin nada, sin escudos, sin barricadas. Solo una sarta de verdades incómodas. Su verdadero as bajo la manga. Su mayor fortaleza y debilidad, porque a diferencia suya no le aterraba sentir. Se había percatado de que no le asustaba mostrar lo que sentía, sobre todo con alguien que alardeaba de poder leerla por completo.
Si ya lo sabía... ¿Qué fue lo que lo dejó mudo? ¿Cuál había sido el movimiento que no pudo prever? No logró sostenerle la mirada en ese instante y, aun puesta en una situación vulnerable, ella se supo victoriosa ante ese mínimo gesto.
Y entonces en medio de aquel titubeo silente, el eco de una notificación irrumpió nuevamente:
Un mensaje.
Dos.
Tres seguidos.
En esta ocasión ninguno amagó a moverse. Había tanta verdad expuesta, tantas cosas sobre la mesa, que parecía un delito hacer algo más que contener la respiración.
Alastor fue el primero en romper el silencio, la oportunidad de escape que había estado esperando. El momento perfecto para desentenderse de todo lo dicho.
—Todo este alboroto... —Alcanzó el artefacto con uno de sus tentáculos para levantarlo, observándolo con desdén antes de sujetarlo entre los dedos— por una pantalla con luces.
Los ojos de Rebecca permanecieron endurecidos sobre su delgada figura, extendió la mano en un pedido mudo, que exudaba exigencia. —Sigue siendo mío.
—Y yo que pensé que compartimos todo.— Se lamentó irónico. Impoluto, como si nada hubiera pasado. Porque nada había pasado. Debía aferrarse a esa idea si quería continuar el show.
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Attached | Alastor x OC
FanfictionElla es su dueña, pero no lo recuerda. Él piensa piensa aprovecharse de ello. Un nuevo huésped llega al hotel sin recuerdo alguno de cómo o cuándo ha caído en el infierno. Alastor sabe quién es, con la misma certeza con la que sabe que la soga que r...
