El aroma de la tierra húmeda era una de las cosas más difíciles de olvidar, es ese tipo de sensaciones que se graban a fuego en la memoria como un periodo vivido y siempre evocan un sentimiento de nostalgia que transporta. Un viaje de ida a una parte crucial de su existencia, que dió inicio en el bayou de Luisiana, durante 1920.
"¿Alastor, matarías por mí?"
"¿Cuál es su nombre?"
"Eloise.
La joven que voy a poseer,
se llama Eloise."
¿Quién en su sano juicio creería que un asesino era capaz de otorgar vida? ¿De darle una oportunidad a un demonio? ¿De traer un alma al mundo tangible?
Eloise era una joven de cabello oscuro, negro como las sombras que habitan la noche, que en contraste, con su piel palida y fría, le daban un aspecto enfermizo, débil. Cómo si la muerte la estuviera persiguiendo constantemente. Y tal vez eso era cierto. Acepto la muerte de forma dócil, como si hubiera nacido sólo para ese momento.
Cuando su cómplice del espejo abandonó el confinamiento, se sintió extrañamente...solo. Notaba la ausencia del murmullo de su voz, destilando ideas y preguntas, rumiando en la distancia como el sonido de su consciencia. Y un día, la encontró.
Ella lo miró con intensidad al notar su presencia. Detuvo la danza de sus pies descalzos sumergidos hasta los tobillos a la orilla del canal y sus dedos perdieron el agarre de su falda haciendo al ruedo empaparse en el acto. La tela flotó en la superficie y ambas figuras parecieron fundirse. Ella y la inmensidad del arroyo, conformando una extensión de su cuerpo.
El castaño se apresuró a limpiar la sangre en sus manos con un pañuelo de tela.
-Está usted lejos de casa, Señor Morel- Una sonrisa contagiosa le cruzó los labios al pronunciar su apellido. Incluso con una apariencia tan diferente, sus ojos conservaban el brillo voraz y su voz todavía poseía aquel tinte oscuro y provocador. Seguro cualquiera podría deducir que era el mismísimo diablo en un disfraz y aún así no pudo evitar permanecer.
No tenían motivos para estar juntos luego del ritual, pero aún así ella se pegó a él, cómo un chicle a la suela de un zapato. Y Alastor también debía admitir, que el mundo se veía más colorido bajo su influencia.
Ese era solo un esbozo de la historia que comenzaba.
.
Las voces sonaban distantes y ahogadas, era como oír gritos desde la superficie cuando te encuentras bajo el agua. Ella no quería salir, se había sumergido tanto, y aun así esperaba seguir flotando. Tal vez, de quedarse lo suficiente, su consciencia perecería.
-¡Rebecca!
-¡La encontramos!
-¡Demonios! ¡Charlie!
-Bien hecho Angel, Husk. ¡Yo me encargo!
Pero algo la arrebató de su mar de recuerdos, ese lago profundo y oscuro se deshizo sin cumplir con el cometido inicial y su única petición. Aún tenía demasiadas preguntas sin responder. Alastor, el demonio de la radio, el asesino del bayou y el aclamado locutor de radio. Todas las facetas de su personalidad danzando en un vaivén de recuerdos compartidos. El hombre que había amado y la persona que tenía todos los motivos posibles para odiarla. Sí, todos ellos eran, en efecto, la misma alma atormentada.
-¡Tú! ¡Pedazo de mierda!- Cuando por fin pudo abrir los ojos, Vaggie sostenía al pelirrojo por las solapas de su abrigo, él tan abstraído de la realidad como ella misma, apenas parecía inmutarse de lo que acontecía a su alrededor. Sus iris carmín apenas asomando entre la brecha de sus párpados, se encontraron con los de Rebecca, que atónita pero algo más lúcida, era arrastrada fuera del cuarto por manos desconocidas.
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Attached | Alastor x OC
FanfictionElla es su dueña, pero no lo recuerda. Él piensa piensa aprovecharse de ello. Un nuevo huésped llega al hotel sin recuerdo alguno de cómo o cuándo ha caído en el infierno. Alastor sabe quién es, con la misma certeza con la que sabe que la soga que r...
