—Entonces dime —susurró—. ¿Qué te dejó ver Alastor?
Fue ahí cuando lo sintió, una corriente deslizándose sobre la piel, la vibración zumbando bajo la palma que Vox le posaba en la mejilla. Las pantallas de sus iris se encendieron, girando con un espiral hipnótico. Aunque quisiera resistirse o huir, sentía cada parte de sí misma rígida bajo esa influencia.
—¡Vox...! —El quejido la abandonó casi sin fuerza, con el esfuerzo de un último aliento—. Me haces daño —la superficie de su rostro comenzó a fragmentarse bajo su tacto.
—¿Le importas? —preguntó con la severidad de una orden, en un tono que ya no parecía el suyo.
"Detente" Trató de decirle, antes de verse arrastrada por la avalancha de imágenes que sus palabras evocaban:
La muda de ropa perfectamente elegida;
La manera en la que la había cargado por las escaleras;
El agua fría de la ducha barriendo restos de su ebriedad;
Su mano prendida de la suya guiandola por los pasillos oscuros del hotel;
La delicadeza con la que le quitó los zapatos aquella noche después de la gala.
Y aunque quiso resistirse, no pudo hacer nada. Desistió hundida en la hipnosis que imponían los iris digitales.
—¿Te haría daño? —insistió Vox, la frase retumbó, imperativa.
"El poder es la única cosa que te hace valiosa para mí, no hay nada más entre nosotros."
"No era esto lo que esperabas, ¿un ser dócil digno de tu favor?"
"¿Y si el verdadero castigo fuera no saber nunca si fue amor... o puro desprecio?"
Con los ojos cristalizados y una fuerza de la que desconocía el origen, Rebecca se las arregló para alcanzar la mano que aprisionaba la mitad de su rostro. No la apartó —no pudo— ni siquiera consiguió apretarla, pero la sostuvo. Quizá con la intención de suplicar clemencia, tal vez solo buscando creer que todavía podía hacer algo por sí misma.
—Entonces dime... —ordenó Vox, su voz hecha de eco y amenaza—. ¿Qué dice eso de él?
La pregunta quedó suspendida entre los dos, cortando el aire. Llamando al cuestionamiento. A la revisión de los hechos que tanto había luchado por evadir. Los huecos del demonio de la radio iban llenándose y tomando forma, pero Rebecca no quería saber. No quería descifrar qué había detrás de su fachada.
Tenía miedo de verlo, de comprenderlo. De confirmar que al fin y al cabo no significaba nada.
Y en ese instante entendió que Vox no estaba viéndola a ella, sino que perseguía la sombra de otro hombre enterrada en sus recuerdos. Quería respuestas, revelaciones, que la castaña jamás se perdonaría si le otorgaba. Hablar del pacto estaba prohibido.
—No te confundas —lo corrigió a duras penas—. No somos iguales.
Muy en el fondo, ella lo sabía. O por lo menos, quería creerlo.
—Shhh... —la calló, como quien apacigua un animal herido—. Tal vez no —admitió él—. Pero nos entendemos—El resplandor de sus iris giraba con violencia, una hélice de luz que le arrancaba el aire.
—Tú...—quiso recriminar cuando un chispazo punzante le abrazó la mitad del rostro. Vox no la soltó y la más baja gimió sintiendo la piel de su cara astillarse.
—¿Por qué no te rindes y solo me muestras lo que quiero ver? —Su tono se deslizó delicado, con algo que por un instante pareció pena. Los colores rojos y turquesas desdibujaron el entorno. Cuando su conciencia comenzó a flaquear, Rebecca sintió como algo dentro de ella, esa parte hecha del limbo entre lo tangible y el reflejo, se fracturaba.
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Attached | Alastor x OC
FanfictionElla es su dueña, pero no lo recuerda. Él piensa piensa aprovecharse de ello. Un nuevo huésped llega al hotel sin recuerdo alguno de cómo o cuándo ha caído en el infierno. Alastor sabe quién es, con la misma certeza con la que sabe que la soga que r...
