Rebecca se retiró con la entereza de quien no planea temblar frente a un depredador, pero con la garganta cerrada por la inseguridad. Solo un pensamiento se repetía en su cabeza: "No muestres miedo o te comerán viva."
Fuera de la sala privada, el bullicio pareció sumergirla en una nueva dimensión, múltiples luces de colores parpadean sobre la pista de baile al son de la canción del momento.
La joven se dirigió directo a la barra.
—Un white russian—ordenó con voz firme en cuanto el bartender se acercó.
El primer trago bajó rápido como un castigo. El segundo fue una caricia con dulzura engañosa. Para el tercero dejó de contar. A partir de entonces, las copas se sucedieron una tras otra, como si el alcohol pudiese borrar la inquietud que había anidado en su pecho.
El mundo mejoró cuando dejó de pensar, de pronto reír se le hizo más sencillo. Su mente se embotó en el sonido de la música y las conversaciones sin importancia que intercambiaba con desconocidos de rostros distintivos y manierismos extravagantes. Cada uno un personaje a su manera. Ahí estaba siendo parte de su pequeño universo.
—Vox no suele presentarse a eventos de esta índole acompañado —No pudo identificar a quien estaba hablando, pero no le importó demasiado.
—Precisamente por eso es un movimiento tan certero. Casi una confesión de amor —agregó otra voz.
Rebecca no tardó en responder, con una sonrisa torcida y el rostro encendido por el alcohol:
—El amor no existe en el Infierno.
—Touché. Ah, hablando del hombre de la noche...
El murmullo se disolvió en cuanto Vox apareció. La castaña se permitió unos segundos para vislumbrar sus movimientos precisos, con la chispa necesaria para hacer que no quisiera quitarle los ojos de encima. Debía admitir que le parecía atractivo y también, que estaba un poco ebria. Si ambas cosas ya eran un riesgo por separado, combinadas presagiaban un caos inminente.
—¡Ahí está, la dama que quería ver!—Lo oyó decir. Podría volverse adicta a esa sensación. A la manera en la que se las arreglaba para envolverla con su presencia como un manto protector, dejando el resto del mundo fuera de su burbuja. Él se hizo un lugar a su lado y el grupo que los rodeaba captó el mensaje rápidamente.
—Buena elección —elogió, haciendo referencia a su trago—. Suave y letal, justo como tú.
—¿Quién dice que soy suave? —desafió divertida, sosteniendo el vaso cerca de su boca.
—¿Quieres que te pruebe aquí y ahora? —una mirada juguetona destelló en los pixeles que formaban sus pupilas
—No creo que a tu chico le agrade mucho esa idea...
—¿Valentino? Bueno...solemos compartir —ronroneó posando su mano sobre el mentón de la más baja, para proceder a separar sus labios con el pulgar.
—No me gusta compartir, Vox —le cortó, apartándolo con delicadeza, la voz teñida de culpa irónica—. No a mí misma, ni a mis juguetes.
Vox soltó una risa entre dientes, pero en sus ojos se deslizó una sombra de curiosidad, intriga. Estuvo a punto de replicar, cuando ella pareció abstraerse en otra cosa. Rebecca parpadeó, mirando sobre su hombro, como si buscara algo entre la bruma de luces y cuerpos danzantes. De pronto, sus ojos se abrieron con un brillo infantil.
—Shhh ¡Escucha! Amo esta canción.
Extendió una mano hacia él, casi como si no pensara demasiado en lo que hacía. Una reacción espontánea, íntima, dulce.
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Attached | Alastor x OC
FanfictionElla es su dueña, pero no lo recuerda. Él piensa piensa aprovecharse de ello. Un nuevo huésped llega al hotel sin recuerdo alguno de cómo o cuándo ha caído en el infierno. Alastor sabe quién es, con la misma certeza con la que sabe que la soga que r...
