『Vestigio de humanidad』

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Alastor empujó la pesada puerta de madera oscura, que no tardó en abrirse con un chirrido sordo haciendo eco en el interior del edificio.

El registro del infierno era un banco de información que ofrecía un historial de todos los ingresos y egresos. Se encontraba en una construcción antigua similar a una biblioteca con, lo que se podría decir, mente propia. Las diversas actas se hallaban sujetas a constantes y automáticas actualizaciones. Si algo se movía entre los dos mundos era apuntado en los archivos.
Detrás de un mostrador polvoriento, un gran ojo flotante de esclerótica escarlata se abrió ante su presencia.

-Quiero el registro de posesiones.- Indicó.
No muchos tenían predilección por este método, era un procedimiento engorroso y por eso se encontraba casi en desuso, así que no fue difícil dar con lo que buscaba. Un libro de lomo grueso descendió desde una de las partes más alejadas de la estrafalaria estantería de datos -Los viejos métodos nunca fallan- Celebró aliviado de no tener que lidiar con un formato digital -Letra R-Las hojas se removieron rápidamente, abanicando su rostro con el característico olor del papel impreso, hasta detenerse en la página exacta con la información justa.

"Demonio del espejo; Rebecca Bloom→ Margarett O'connell
Contrato con acceso a posesión directa."

Pocos eran los valientes dispuestos a ofrecer un sacrificio humano a un demonio, mucho menos con éste propósito. Así que, en lo que le pareció un arrebato de imprudencia, hizo un pacto con el dueño del envase a ocupar, riesgoso si no se realiza por un corto tiempo.

El hecho de que no interfiriera un tercero implicaba que no había ningún anclaje a sus recuerdos como overlord, ningún testigo. Por lo que al pasar tantos años en la tierra fue desligándose de su existencia en los abismos y olvidó por completo quién era.

¿Tanto extrañaba los vacíos frutos de una vida insignificante entre los vivos? ¿No fue su tiempo con él suficiente como para permitirle experimentar aquello que tanto añoraba? Divagó sumido en la indignación, no la comprendía.
Recordada cuán obsesionada estaba por la cotidianidad humana, cómo si hubiese sido ayer; la fantasía de bailar bajo la lluvia con los pies descalzos, su irrazonable fascinación por las flores y el mito del aroma a verano perfumando el ambiente.
Los mortales eran entretenidos, sí; de atormentar, de tentar con deseos de grandeza y corromper, de observar tal vez. Pero no eran un buen envase para habitar. Ellos viven entre normas e imposiciones sociales construidas sobre una justificación tan banal que al pelirrojo siempre le pareció asfixiante, incoherente, limitante.

-¿Qué voy a hacer contigo, querida?-
Parecía no poder decidir si torturarla o compadecerla, pero porqué elegir si podía hacer ambas. porqué reducir sus opciones cuando tenía un abanico de posibilidades abierto frente a él con ese amnésico y desdichado ser bailando en la punta de sus dedos. Lo recuerda todo de ella y la pobre no tiene idea.

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-No se refirió a mí ni una vez- Se quejó, procediendo a terminarse de un trago el vaso de licor que Husk le había entregado-Ni siquiera me miró después de eso- apoyó el recipiente vacío sobre la barra con un golpe seco.

-El tiende a ser molesto por naturaleza- el felino acercó una botella a sus labios -, nosotros tendemos a ignorarlo. ¿Que esperabas?

-¿Una disculpa?

-Literalmente lo mandaste a la mierda- Angel Dust tomó asiento a su lado -. Hey, quiero uno de esos también, gatito.

-¡Él empezó esto!

-Buen punto. Si quieres un consejo- se acercó a ella con complicidad-, no suele lidiar bien con las insinuaciones. ¿Cree que era una zorra? Demuéstrale que eres una zorra, se quedara estático. Es divertido, aunque no mi tipo, para ser honestos.

Attached | Alastor x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora