Juntada de Amigos. 23. PARTE 1.

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23. PARTE 1.

Juntada de Amigos


Tobías.

Viernes 28 de abril del 2023.

Ella está cambiándose de ropa, mientras yo conservo la curiosidad y solo me quedo sentado en el comedor comiendo una magdalena de chocolate.

Escucho cómo ella se acerca al comedor (donde estoy) y me doy la vuelta para verla. Cuando me doy vuelta, veo a la chica linda; ella está apenada. Mis ojos no quieren ni siquiera pestañear para no dejar de verla ni por un segundo; ella se ve tan linda y sencilla a la vez. Viste una remera azul de mangas largas, un chaleco negro brillante y un jean azul largo hasta los pies y ancho cuando llega a estos. No puedo evitar sonreír un poco y abrir algo la boca. Sus pestañas están más arqueadas que nunca y son tan negras; su maquillaje es poco, pero sus labios tienen un brillo que los vuelve deseables.

—¿Cómo me veo? ¿Me veo bien? —pregunta.

—¿Qué? —pregunto y levanto mi mirada a sus ojos marrones.

—¿Estoy bien? Creo que en serio estoy muy aburrida. Las chicas van a ir con vestido, pero hace frío y, a la vez, pienso que voy a tener frío igual —dice y se queda pensando.

—Te ves hermosa, Vane. No podría creerlo si me dijeran que podrías verte más hermosa —confieso. Ella me mira sorprendida y arquea sus lindos labios formando una pequeña sonrisa.

Me paro y apoyo mi mano en el respaldo de la silla donde estaba sentado.

—Creo que podría. ¿Si te lo digo yo puedes creerlo? —me pregunta con un tono emocionado, pero lo deprime para que no sea tan evidente.

—No sé, es demasiado —digo y la sigo viendo a sus ojos, pero ella ignora los míos.

—Ya basta, me voy a sonrojar si sigues —dice y suelta una risita.

—Perdón, no pude evitar decírtelo —digo apenado.

—Bueno, está bien. Vámonos ya —dice apurada y dirigiéndose a la puerta de entrada. Me quedo viéndola—. ¡Vamos!



Caminamos por una calle llena de locales grandes de ropa; hay mucha gente que va y viene. Gente con plata compra acá porque las cosas se ven muy costosas. Es como si estuviéramos en un centro comercial gigante al aire libre. Ella se acerca a una vidriera de una tienda de ropa de hombre que tiene ropa ridícula: ropa rota, ropa que parece hecha con bolsas de plástico, otra muy colorida y otra muy apretada como para ser de hombre.

—Vamos a entrar acá —dice Vanesa, mientras me mira emocionada por entrar. Se acerca a mí y me agarra de la muñeca de mi brazo derecho—. Vamos rápido.

—Espera —se detiene—. Sé que lo vas a pagar vos, pero yo lo voy a usar, aunque sea una vez no me quiero ver ridículo, Vanesa. No voy a usar nada de eso.

—Querido, es la moda, infórmate —dice como si fuera obvio y vuelve a tirar de mi muñeca para entrar al lugar.

—No quiero, seguro que ahí no venden nada que me guste —digo casi seguro.

—No te puedes poner tan exigente ahora; la fiesta ya va a empezar y...

—¡¿Fiesta?!, dijiste que iba a ser una juntada de amigos —digo enojado y acerco mi cara a la suya. 

Nuestra Estación (editando ortografía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora