No La Merezco. 25.

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No La Merezco


Tobías.

Sábado 29 de abril del 2023.

La miro de reojo y ella se pasa la punta de su lengua por sus labios despacio y con una mirada bien atenta a la pared. Sonrío, ella se acerca a mí y apoya su cabeza en mi hombro. Me atrevo a poner mi mano en su hombro derecho y deslizo mi mano por su cuello hasta llegar a su nuca y ahí enredo mis dedos con sus cabellos y los acaricio despacio, la acaricio despacio.

—¿Vamos a ser amigos? —me pregunta.

—No voy a cumplir nunca tus expectativas —digo siendo sincero.

—Con que me soportes basta —confiesa.

—A mí igual, con que me soportes también me basta.

Ella me mira y yo a ella, nos miramos a los ojos y no puedo describir la ternura que me dan sus ojos marrones; su mirada es adorable y es la única persona en este asqueroso mundo que me mira así. Todo en ella es bonito y adorable.

—¿Vas a quedarte toda la noche? —me pregunta, pero en vez de sonar como una pregunta, suena como una petición.

—Vane, no puedo, ni siquiera puedo mantener una amistad contigo y, menos voy a... bueno, no esperes tanto de mí.

Suelto despacio su nuca y me levanto.

—¿Vas a irte a esta hora? —pregunta.

—Mi vieja debe estar muy preocupada, es la primera vez que salgo de noche y ni siquiera le dije adónde iba.

Ella se para y me mira como si me estuviera regañando con la mirada, se pasa una mano por la mitad de su cara y suspira.

—Voy a ir... a buscar tus cosas —me informa, se va de la sala a su pieza y vuelve aquí con mi mochila.

—Gracias —digo al agarrar la mochila.

—¿No te vas a llevar la campera? —me pregunta.

Desvío la mirada al sillón donde está la campera azul que me regaló ayer por la tarde, vuelvo a mirarla.

—No, no me la voy a llevar. Vas a ir a devolverla donde la compramos y que te devuelvan el dinero que gastaste —digo, y ella me mira enojada.

—No, no, no... La campera es un regalo mío. Me voy a ofender mucho si no la aceptas —dice enojada.

—No voy a aceptar un regalo tuyo, Vane. Vete a dormir que es tarde; además, cariño, tomaste demasiado y por la mañana te vas a sentir mal por boba.

—Me voy a ir a dormir, pero llévate la campera que hace mucho frío.

—¡Maldita sea, Vane! ¿Por qué me haces esto? —pregunto enojado. Ella me da la campera y me la pongo protestando. —¿Estás contenta?

—Demasiado —dice y me abraza por la cintura con fuerza.

—Vanesa, ya no estoy creyendo en tu jueguito del alcohol; sé que estás consciente de lo que haces.

—No... —dice alargando la palabra y hunde su cara en mi pecho. —Te quiero mucho; por favor quédate. Tengo miedo de estar sola y mis papás van a volver al mediodía.

—Después nos veremos en el secundario —digo y le doy unas palmaditas en su espalda conteniéndome de tanto.

—Querrás decir en nuestra estación porque en el secundario no me das bolilla —dice, se separa un poco y me mira con los ojos entrecerrados.

Nuestra Estación (editando ortografía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora