¿Alivio? 44.

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¿Alivio?


Tobías.

Miércoles 20 de septiembre de 2023.

Al fin vuelvo a casa de mis abuelos. El doctor dijo que me terminaría de curar en casa y que debería descansar, sin hacer ningún tipo de esfuerzo. Mi psiquiatra me advirtió que debía tomar mi medicación y que, bajo ninguna circunstancia debía tomar alcohol, ya que no es bueno para mi salud y mesclado con los medicamentos puede ser muy peligroso.

— ¿A dónde vas? —me pregunta Mica.

—Voy a mi habitación, estoy cansado —digo sin ganas.

—Quédate un ratito aquí con nosotros; no vamos a hablar si así lo prefieres —dice.

Niego con la cabeza. Subo las escaleras y entro a mi habitación; mi cama está arreglada y se ve todo ordenado. Me acuesto en la cama y abrazo la almohada con fuerza.

Cierro fuerte mis ojos y empiezo a llorar en silencio. Siento que mi cara arde, que mis manos sudan y que algo dentro de mí nunca cambiará: la culpa. Sé que todos me tratan bien, son amables y se preocupan por mí, pero también sé que les duele lo que hice, y les dolerá siempre. No puedo soportar el sentimiento de culpa; parece que aprieta mi corazón con fuerza.



Jueves 21 de septiembre de 2023.

No puedo dormir igual que todas estas malditas noches; el insomnio y los pensamientos me torturan. Los recuerdos de sonrisas me duelen más que los de llantos. Creo que no volveré a sentirme vivo, no volveré a sentir placer. La comida me sabe a nada, los olores ya no son buenos, las sensaciones... todo me da igual. No quiero sentir lo mismo con Vanesa; quiero sentir el sabor de sus labios, quiero oler su pelo y quiero volver a sentir la electricidad que solo ella me hizo sentir.

Escucho que alguien sube las escaleras con prisa. No hago nada al respecto. Mica entra a mi habitación sin tocar la puerta; la miro, está agitada, se ve asustada, sorprendida. Se nota que no sabe qué hacer o qué pasa.

—Tobías —dice al mirarme.

No prende la luz, pero entra luz del pasillo.

— ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? —pregunto sin moverme.

Ella asiente con la cabeza, se acerca a mí y no me mira. Me levanto de la cama sin ganas y la observo; intento buscar algo con la mirada, pero no lo encuentro.

—No sé cómo decírtelo —me dice.

— ¿Qué cosa? ¿Qué pasó? —ella no me responde ni me mira—. ¿Qué carajo pasó? ¿Por qué no me respondes? —pregunto, impaciente.

—Pasó algo... ocurrió cuando él estaba borracho, trastabillaba, no vio... fue un accidente —dice y se lleva una mano a la boca.

— ¿Qué tipo de accidente? ¿Quién tuvo un accidente? —pregunto.

La agarro por los hombros y la obligo a mirarme; ella me mira con los ojos bien abiertos.

—Tu papá tuvo un accidente ayer por la noche. Me acaba de llamar Kevin; no querían decírtelo debido a tu estado, pero él no pudo evitarlo. Lo van a velar esta noche; mis padres irán, y tu mamá te espera.

Abro los ojos de par en par al escuchar la palabra "velar".

—¿Murió? —pregunto, sorprendido.

Ella cierra los ojos y asiente con la cabeza. Me abraza por debajo de las axilas y me atrae hacia ella.

Nuestra Estación (editando ortografía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora