36
Un Casi Algo Inesperado
Vanesa🌸
Miércoles 28 de junio del 2023.
Tobías vive atormentado por sus propios demonios internos, llora en su habitación. Las lágrimas salen de sus ojos como pequeñas gotas de lluvia en un día gris. Cada sollozo se escucha en la casa, como un lamento desgarrador que busca escapar de su pecho.
Mi corazón se aprieta al ver su sufrimiento. No conozco sus secretos más oscuros, ni sus miedos más profundos. Pero sí sé que no puedo intervenir porque él nunca me ha dejado; no puedo secar sus lágrimas ni abrazarlo para calmar su dolor.
Siento demasiada impotencia mientras escucho cómo Tobías se hunde en la tristeza.
Cada sollozo es un eco de su soledad, un grito silencioso que se escucha en el vacío de su habitación. Deseo poder borrar su dolor, pero solo puedo ser testigo desde la distancia.
Sus lágrimas se mezclan con sus suspiros, formando un sonido desgarrador y de nada nos sirve la oscuridad que nos rodea. Cierro los ojos, sintiendo mi propio corazón romperse en pedazos mientras comparto su dolor en silencio.
Estoy sentada en el piso, en la oscuridad del pasillo. Él está en la habitación y puedo escucharlo. Sus sollozos son como puñales en mi corazón.
Me acerco a la puerta entreabierta. Su voz rota, sus palabras apenas audibles: "No puedo más", dice. "No mereces esto. No mereces a alguien tan roto como yo".
Me duele. Quiero entrar, abrazarlo, decirle que no está solo.
—Vete —murmura con la voz rota—. No quiero que me veas así. No mereces aguantarme.
Mis ojos se llenan de lágrimas. No sé qué hacer. Me quedo quieta apoyando mi espalda en la puerta, sintiéndome impotente. No puedo consolarlo porque él no me deja.
Quizás después sea diferente. Quizás encuentre la fuerza para luchar contra su depresión e intentar ser algo normal. Pero ahora, solo puedo esperar y escuchar sus sollozos a través de la puerta cerrada.
—Tobías, al menos déjame abrazarte; no puedo seguir escuchándote y no hacer nada —digo cuando logro hablar.
—Déjame —él vuelve a echarme.
—Por favor —insisto.
Ahora ni me contesta.
Me paro del piso y bajo despacio las escaleras. Veo que Mica sigue sentada en el sillón mientras mira su celular despreocupada.
—Mica —la llamo; ella me mira—. Tobías se siente muy mal, creo que está teniendo un ataque de ansiedad. Se estaba apretando la mano contra el pecho; me está preocupando demasiado y no me deja entrar en su habitación —digo triste y desesperada por ayuda.
—Déjalo, ya se le va a pasar —dice ella y sigue mirando su celular.
—No podemos dejarlo así, está muy mal —insisto.
Ella suspira, deja su celular en la mesita ratona y mira al patio del fondo por el ventanal.
—No puedo hacer nada y vos tampoco. No se trata solo de vos; él tiene sus propios problemas y a veces ni siquiera sabe cuáles son. No hay nada que hacer —dice y mira hacia las escaleras.
— ¿Qué hago entonces? —pregunto.
—Quédate acá hasta que se calme o vete a tu casa —responde, y vuelve a su celular.
ESTÁS LEYENDO
Nuestra Estación (editando ortografía)
Teen Fiction¿Qué harías si sientes que ya no puedes más con tu vida? ¿Si te sientes solo? ¿Si sientes que ya nada tiene sentido? Tobías se encuentra en un momento oscuro de su vida, sintiéndose solo y sin propósito. En su búsqueda de consuelo, se refugia en l...