Mi Reina. Mi Chico de Ojos Azules. 47.

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Mi Reina. Mi Chico de Ojos Azules

Tobías.

Viernes 17 de octubre de 2023.

Ella acaricia mis hombros y después me agarra del cuello por atrás, moviéndose de un lado a otro en un baile lento y romántico. La sigo, intentando no hacer nada estúpido. La tengo de la cintura y no despego mis ojos de los suyos. Levanto su mano, tomándola de la punta de sus dedos, y ella da una vueltita muy lenta, con una sonrisa.

—Sabía que un día terminaríamos bailando "Café" de C.R.O —murmuro cerca de su oreja.

Ella se ríe.

—Ya la escuchamos diez veces, espero que no lo olvides, mi vida —responde.

—No podría olvidarme de esto, me encanta este momento —confieso.

La canción termina y empieza "Reina" de C.R.O. Intento soltar a Vanesa, pero ella me abraza y me atrae hacia ella, hunde su perfil en mi pecho y yo la abrazo mientras acaricio su suave pelo.

—No la quites, me gusta esa.

—Me recuerda cuando andabas de metiche mirando mi celular —le recuerdo. Ella se rie—. Te amo, no lo olvides.

Nos quedamos un momento en silencio escuchando la música, y el ventilador.

—No quiero que esto termine —susurra entre sollozos.

—Yo tampoco.

Escuchamos que tocan la puerta de la habitación. La puerta se abre y Mica asoma la cabeza.

—Ya es hora —nos avisa Mica sin ganas.

Vanesa me abraza demasiado fuerte, tanto que siento que se me volverán a romper las costillas.

—Es ahora, amor —anuncio, sintiendo el nudo en mi garganta.

Ella niega con la cabeza y me abraza más fuerte todavía.

—No puedo soltarte, no quiero.

Empiezo a llorar y cierro fuerte los ojos, la abrazo demasiado fuerte pegándola a mí. Ambos lloramos abrazados y no puedo creer que al fin haya llegado el día.

—Yo tampoco y lo sabes, ya lo hablamos, mi amor, prometiste que me dejarías ir.

—Pues te voy a encadenar a la cama, no quiero que te vayas, no puedo dejarte, no será nuestra última vez juntos —sigue llorando con la frente contra mi pecho—. Siempre te amaré y nunca podré superarte.

—Yo tampoco. Pero no te lo mereces, no te mereces seguir aguantándome, no te lo mereces y ya me cansé de repetírtelo.

La tomo por la nuca y hago que me mire. Sus ojos están llenos de lágrimas y su expresión de dolor me consume, me arruina y rompe por dentro, tan despacio, es tan lento que es hasta sádico tanto dolor.

—Siempre serás mi maldita reina. Y sos mi razón de vivir, gracias a vos estoy vivo y lo estaré.


***


—Bueno, llegamos —anuncia Mica, fingiendo emoción.

Miro el lugar sin decir nada. Es un edificio amarillo y está más viejo que cualquier cosa. Pero es más decente que los anteriores que vimos.

—Vendré a visitarte seguido, te traeré budín de pan, y también escucharemos música en el patio cuando te visite —la miro, tranquilo. De una extraña manera me alivia estar al fin acá—. Voy a intentar que esto no sea una mala experiencia para vos, verás que con el tiempo te acostumbrás.

Me acerco a ella en dos pasos y la abrazo de una, ella me abraza fuerte y empieza a llorar. Mica me quiere muchísimo y sabe que esto es lo mejor para mí, sino no me dejaría acá.

Nos soltamos y niego con la cabeza. Retengo las lágrimas porque ya me cansé de llorar. Caminamos hacia la entrada, ella lleva mi maleta a pesar de que le dije que yo quería llevarla, pero al menos tengo mi mochila.

—¡Esperen!

Nos damos la vuelta y vemos a Vanesa acercarse.

—Él no está loco, no puede vivir acá, no lo internes —suplica entre sollozos.

—Vane, ya lo hablamos, él ya no tiene otra opción y es tu culpa, es por su bien. ¡Estaría en la cárcel si no estuviera loco!... —vocifera Mica.

—Suficiente —murmuro, mirando mal a Mica.

Me acerco a Vanesa, nos miramos un momento, nunca olvidaré sus ojos marrones mirándome suplicante. La abrazo despacio y la levanto haciéndole upa. Nos acercamos a un árbol que está frente al lugar y nos quedamos solos. Abrazo a Vanesa encajando su cuerpo con el mío y ella levanta sus piernas, también abrazándome con estas.

—No quiero despedirme.

—Ya nos despedimos muchas veces, yo tampoco quiero hacerlo, pero... te irás del país el próximo año, y yo me quedaré acá por los próximos años.

—Te voy a venir a visitar entonces, voy a venir siempre.

—No, sabés que eso no va a ser bueno para ninguno. —Hago una pausa larga—. Siempre te voy a amar, voy a vivir por vos, solo por vos y para vos, no haría esto si no me importaras.

Me saco la mochila, ella no me suelta, abro el cierre y saco del bolsillo pequeño una pulsera.

—Mirá —pido, ella mira la pulserita y sonríe—. Es para vos, tiene un ala de ángel, porque sos un ángel. No hay mucho que decir. Yo voy a tener la que tiene el ala de murciélago —le muestro mi pulsera que ya la tengo puesta—. Siempre que veas la pulsera recordarás que estamos unidos el uno con el otro, para siempre, a pesar de la distancia y de todo.

Le pongo la pulserita de hilo, de un color rojo y dejo de llorar al fin, pero ella sigue llorando. Saco de la mochila una carta que hice hace unos días, se la iba a dar a Mica para que se la entregue, pero ahora tengo la oportunidad de hacerlo yo.

—La hice para vos, solo para vos, nadie más puede leerla o saber de qué trata. —Le doy la carta. Ella la agarra sin apartar su vista de mis ojos—. Dice un par de cosas que ya sabés, dice lo mucho que te amo varias veces, ah, e hice una lista de canciones que me gustan, todas me recuerdan a vos.

Ella vuelve a abrazarme y me rodea el cuello. La levanto y le doy un beso en el cuello.

—Fuiste lo mejor que me pasó en la vida —suspiro, cabizbajo—, siempre te amé.

Ella me agarra la cabeza con ambas manos y antes de que pudiera negarme me besa en la boca. Respiro profundo por la nariz y acepto el beso, a pesar de que no deberíamos y esto solo hará que la extrañe más; la beso y lo disfruto, muerde ligeramente mi labio inferior, obligándome a gemir. La aparto despacio de mí, tomándola de los hombros.

—No debiste —susurro, con la voz ronca.

Niego con la cabeza mientras saboreo mis labios, recordando la calidez que sintieron al contacto con los húmedos labios de Vanesa.

—Quería hacerlo una última vez —se excusa.

Levanto la mirada y la observo con los ojos entrecerrados. Cierro los ojos y vuelvo a abrazarla. Hundo mis manos en su cintura, sintiéndola, porque sé que no podré hacerlo después.

—Cada día que despierte daré gracias a la vida por haberte conocido, gracias por todos los momentos felices que me diste —suelto y sollozo inevitablemente, pero ya no salen lágrimas de mis ojos—. Tendrás que olvidarte de mí, perdón, pero será lo mejor para vos que te olvides que alguna vez conociste a un chico de ojos azules amante del TRAP argentino, porque ahora solo hay un chico de ojos azules que te ama a vos, y solo a vos, recordá eso, por favor seguí con tu vida. Y no seas abogada, sé lo que querés, escribí historias de poesía de amores perfectos como siempre quisiste, escribí lo que quieras, pero seguí tu sueño, nunca dejes que alguien te diga cómo debés vivir tu vida, hacé lo que vos querés, pero seguí tu vida, viviremos por el otro. Siempre seré tuyo, y vos siempre serás mi reina.

—Siempre serás mi chico de ojos azules, nunca podré enamorarme otra vez, nunca podré amar a alguien como te he amado a vos. Nunca te voy a olvidar, mi chico de ojos azules.

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Nuestra Estación (editando ortografía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora