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Perdiendo y Ganando
Vanesa🌸
Viernes 28 de abril del 2023.
Mi corazón se detiene al ver a Tobías en el piso, y es raro porque siempre que lo veo, lo último que puede llegar a hacer mi corazón es pararse; porque obvio, se acelera al sentirlo. No solo con verlo, también pasa cuando lo recuerdo, cuando recuerdo su voz, su olor, sus ojos eléctricos mirándome. Ese azul tan único mirándome de una forma tan única. ¿A quién no se le aceleraría el corazón?
Pero esto es diferente.
Él no está como siempre; es decir, siempre sufre, se ve cansado, triste, apagado, pero ahora... está sufriendo físicamente y no por la injusticia de la vida, no por su entorno o sea su familia. No. Él está sufriendo por mi culpa, por mi estupidez. Y no hay nada que pueda hacer más que mirarlo.
Él se tapa la cara con ambos brazos, pero Matías lo golpea con fuerza lastimándolo. Y me contradigo ahora... porque dije que está sufriendo físicamente, pero Matías no se conforma solo con golpearlo; también dice sus tontos insultos...
—¡Imbécil! ¡Estúpido! ¡Idiota! ¡Te dije que ella es mi novia! ¡Estúpido sordo! —grita y grita, golpe tras golpe, y mi corazón y mi respiración se detienen.
Miro a mi alrededor; estoy algo desorientada. No sé por qué; creo que es por tomar mucho. ¿Por qué lo hice? ¿Por qué vine? ¿Por qué arruino todo?
Intento pararme, pero cuando me apoyo sobre uno de mis brazos me caigo porque me duele la muñeca por culpa de Matías. Al ver mi muñeca la veo con la piel roja y la marca de sus dedos tatuadas en mi piel; siento latidos justo ahí y siento como se deslizan mil lágrimas por mi cara.
Vuelvo a intentar pararme; cuando logro pararme miro a todos lados en busca de Lucas o de alguien que pueda ayudar a Tobías, pero no veo a nadie. Un par de chicos se acercan a Matías y al chico de ojos azules, pero no para separarlos; sino que se divierten con la pelea.
—¡Mati! ¡Déjalo! —grito, pero él ni siquiera vuelve a verme.
La desesperación de no saber qué hacer me enloquece; me agarro la cabeza con ambas manos por la desesperación. Intento respirar: inhalo y exhalo, inhalo y exhalo.
—¡Necesito ayuda! —grito. Miro a mi alrededor, pero a nadie le importo. —¡Por favor! ¡Ayuda!
Me acerco a los chicos impulsada por la desesperación, empujo a Mati por los hombros. Al ver que él no se detiene, empiezo a golpearlo: cabeza, hombros, espalda, lo que pueda.
Él me empuja y trastabillo hacia atrás hasta volver a caer al piso, y caigo de traste. Levanto la mirada. ¿Por qué no se detiene? ¿Por qué es tan agresivo? ¿Por qué lástima a mi querido chico de ojos azules?
Vuelvo a pararme (aunque sienta un gran dolor en mi colita) y me acerco nuevamente a los chicos. Me subo encima de Matías y le tapo los ojos; él se detiene y agarra mis manos que están en su cara con fuerza, lastimando mis delgados dedos. Gimo por el dolor y pego un gritito, pero sigo tapándole los ojos. Miro por encima de la cabeza de Mati a Tobías; su cara está roja y sus ojos lagrimosos. Me mira cansado; está exhausto de golpear y aguantar golpes. Matías me golpea las manos y mi piel empieza a arder por eso; vuelvo a gemir por el dolor. Lo abrazo por la cintura con mis piernas para no caerme; él intenta agarrar mis brazos para sacarme de su espalda, pero lo esquivo.
—¡Cálmate! —grito.
—¡Bájate de encima mío, tarada! —me grita furioso. Me da tanto miedo que juro que, si no fuera por Tobías, me bajaría ahora mismo y me iría corriendo sin parar hasta mi casa, pero bueno, es Tobías. —¡¿Qué no escuchas?! ¡Bájate!
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Nuestra Estación (editando ortografía)
Teen Fiction¿Qué harías si sientes que ya no puedes más con tu vida? ¿Si te sientes solo? ¿Si sientes que ya nada tiene sentido? Tobías se encuentra en un momento oscuro de su vida, sintiéndose solo y sin propósito. En su búsqueda de consuelo, se refugia en l...