El Eco de la Despedida. 34.

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El Eco de la Despedida


Micaela🌻 

Miércoles 15 de junio del 2023.

Ella sale del secundario con la cabeza agachada y se ve triste. Una chica la saluda con la mano mientras cruza a la otra vereda, pero ella apenas le sonríe.

Camino en la misma dirección que ella, pero por la otra vereda.

—¡Che! ¡Linda! —le grito.

Ella levanta la vista y me mira confundida. Cruzo la calle y me acerco a ella; nos saludamos con un beso en el cachete y ella me sonríe.

—¿Qué haces acá? —me pregunta con tono de sorpresa.

Ella mira a ambos lados como si buscara a alguien.

—Quería verte —digo, y le sonrío.

Empiezo a caminar en dirección a la plaza que está frente al secundario y ella me sigue. Me siento en un banco de madera y ella se sienta a mi lado.

—¿Por qué querías verme? —me pregunta con un tono de preocupación. —¿Le pasó algo a Tobías?

—No te preocupes, él ahora ya está bien, pero no va a venir al secundario por un tiempo. Quería avisarte que no te preocupes; sé que ustedes son muy amigos, y también sé que él no te va a decir lo que le pasa.

Ella agacha la cabeza y se queda pensativa.

—¿Qué le pasa? —me pregunta.

—Por favor, no le digas que vine a verte. Si él se entera, se va a enojar conmigo—, ella asiente—. Bueno, él está peor que nunca y no quiere hacer nada. Su papá lo echó de la casa y por eso está mal. Espero que se le pase. Suelo tomarme estas cosas en chiste, pero él no; suele decir que no le importa, pero sí le importa, aunque... no quiere hacer nada para mejorar. No sé cómo voy a hacer; sé que debe medicarse y estar tranquilo, pero ahora solo quiere dormir y escuchar su música mientras contempla su existencia.

—Quiero verlo. Él está en tu casa, ¿no? —Asiento con la cabeza. —Llévame a verlo; no lo voy a molestar, aunque sea déjame verlo mientras duerme. 

Ay, qué pendeja enamorada. ¿Cómo se fue a fijar en el desastre de Tobías? Supongo que es muy buena persona y un poco tonta, aunque en serio se ve preocupada. Debería llevarla, pero si Tobías se entera se va a enojar mucho, y además está todo machucado; no creo que le guste que esta mina lo mire así.

—No puedo llevarte; él no va a querer que lo veas. Ya hice mi buena acción del día: vine para que sepas que todo está bien y no tenés de qué preocuparte—, digo, y me paro del banco.

—No, no te vayas, por favor—. Niego con la cabeza y ella suspira dándose por vencida. —Al menos puedes darme tu número, por si él quiere que sepa algo, avísame cualquier cosa —dice, y me mira a los ojos como si fuera un gatito.

¿Quién soy yo para no ayudar a una pobre niña enamorada?

—Bueno, pero no mandes mensajes todo el tiempo; no creo que sea necesario avisarte nada serio porque todo está bien— digo, y fuerzo una sonrisita.

Le doy mi número y ella me da el suyo; lo agendo como "La nena enamorada (DT)".



Nuestra Estación (editando ortografía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora