Capítulo 5.

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Where Were You - Eli Young Band

Paul.

Estaba en el taller con mi compañero Till Bancartti. Él era el segundo artesano. Cuando le conté lo que había sucedido se puso como loco. Creo que estaba mucho más molesto que yo y se preguntaba cómo es que le había permitido seguir conservando la llave de mi departamento. La verdad es que no se me ocurrió quitársela. Supongo que en una oportunidad que tuviera tendría que cambiar la cerradura, porque no creía que ella quisiera entregarla.

—Supongo que eres demasiado amable. ¿Hablaste ya con el traidor?

—Ni siquiera he tenido ánimos de tener esa discusión con él. No creo que sea tan imbécil como para intentar darme una excusa —puso los ojos en blanco—. ¿Qué se supone que le diga? "¿Cómo pudiste?".

—No le digas nada, solo ve y acomódale los dientes —lanzó un golpe al aire y reí suavemente—. ¿Cómo fue la cita con la chica del billar? ¿Era guapa?

Me quedé un momento pensando en esa bonita sonrisa que se contagiaba aunque tú no fueras feliz en ese momento.

—Lo es —admití— aunque tiene una vida amorosa mucho más triste que la mía.

—¿En serio?

—Justo acababa de descubrir que su esposo le fue infiel —él estaba usando el torno, lo apagó para ponerme más atención, además, no queríamos tener ningún tipo de accidente.

—¿De qué estás hablando? ¿Ahora te gustan las mujeres casadas? —negué y sonreí—. ¿Entonces?

—Digamos que nos encontramos en el momento justo. Yo necesitaba quejarme con alguien y ella necesitaba una cerveza y unas horas de billar —se cruzó de brazos—. Solo hablamos durante un par de horas, nos quejamos y bebimos. No pasó nada más.

—¿Ni siquiera un beso pequeño? —negué—. Pensé que por estar dolida tal vez se aprovecharía de tu decencia, pero parece una chica agradable.

—Tal vez, pero no soy un idiota no me aprovecharía de una mujer con el corazón roto y la vida perdida —asintió y volvió a encender el torno para ajustar la medida de la pieza.

—¿La llamarás otra vez?

La verdad es que no había pensado en ello. Sí me preguntaba cómo estaba, pero no quería verme como un entrometido. Tal vez ya lo había perdonado y yo era el único con interés. Además, su esposo había dejado claro que me detestaba, tal vez un mensaje mío solo arruinaría más las cosas.

El día avanzó hasta que casi eran las seis de la tarde, estaba por salir del taller cuando el timbre de mi teléfono me sacó de mis pensamientos.

Era Nerea, una captura de pantalla. No decía nada más, pero el contenido del mensaje era bastante claro.

Sentí un como si a mí me hubieran hecho tal desplante. Me sentí molesto. Me sentí decepcionado y sentí muchas ganas de verla. Así que decidí responder.

Paul:

"Jaula de Bateo en Parque Graham, 8pm. Lleva tus ojos furiosos".

Me sorprendí cuando me di cuenta de que me estaba esforzando por lucir bien. Me había puesto un jersey de los Mets de Nueva York, una camiseta de manga larga debajo de color gris y unos jeans azules. No quería verme demasiado elegante, así que usé una gorra y giré la visera hacia atrás.

Llegué un poco tarde, esperando que ella llegara retrasada, pero en cuanto me estacioné noté su auto a unos cajones de distancia. Caminé por el sendero hasta donde se encontraban las jaulas de bateo y entonces la vi.

El Corazón de NereaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora