Capítulo 31.

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Angels like you – Miley Cyrus

Ellis

Nerea estaba sentada en la silla a un lado de mí, no me veía pero sabía que estaba triste. Sus ojos no podían mentirme. Sé que extrañaba al niño bonito y por lo que sabía le dolía que hubieran terminado. Cuando ella por fin me miró, hice media sonrisa y apenas pudo corresponderla. Se acercó a mí y tomó mi mano con suavidad. Mi pecho se ensanchó, hacía tanto que no había hecho contacto con Nerea que por un momento me sentí nostálgico.

La mujer que estaba a mi lado había sido mi mejor amiga, mi confidente y la mujer de mi vida. Había cometido el error más grande de la historia al haberla engañado, al haberla traicionado y al haber roto todas las promesas que le hice. La vida me estaba haciendo ver lo equivocado que estaba cuando decidí irme y más aún, me estaba demostrando qué tan buena persona era ella. Nerea estaba dándome algo que ninguna otra persona pudo darme: su tiempo y su ayuda.

—Tenemos que irnos de aquí —murmuré, ella solo asintió—. Mientras más nos quedemos en este hospital, más aumentará la deuda.

—Lo sé... no quiero deberles más.

—¿Al hospital o a Paul?

—A su padre... —respondió con rapidez— Odio que me haga sentir como si fuera una obra de caridad. Que me dé obsequios condicionados y que crea que lo único que quiero de su hijo sea su dinero.

—¿No es lo que buscas? —me miró como si le hubiera dicho algo horrible, me hizo reír—. Lo siento, creí que en algún momento pudiste haber pensado en ello.

—Por supuesto que sé que Paul tiene dinero. Sin embargo, no me gusta que crean que me acerqué a él por ello.

—¿Por qué fue entonces?

—¿Ya lo viste? —preguntó y reí divertido—. ¡Es guapísimo!

—Siempre pensé que los monos chinos te gustaban, pero no sabía que te buscarías uno —sonrió— ¿también le gustan a él?

—Sí, todavía es más nerd que yo —arrugué la nariz y eso la hizo sonreír—. No puedes culparme, siempre babeé por ellos.

—¿Cómo se llama el que era tu pase dorado? —ella arrugó la frente, no parecía recordar que me amenazaba diciéndome que si algún día se encontrara con el actor coreano del que estaba enamorada lo besaría sin importarle que yo estuviera ahí.

—Oh —rio fuerte— Ji Sung, o Levi Ackerman... este último es el un anime.

—Ese, el tal Ji Sung... por el que decías que me abandonarías sin mirar atrás —ella miró hacia el techo de la habitación— lo cumpliste, pero en vez de Ji Sung te conseguiste un Paul.

—A Paul sí lo podía besar, Ji Sung está casado —negué con la cabeza y ella sonrió de lado—. ¿De qué te ríes?

—Trato de imaginarme cómo sería un día de Halloween en tu casa —ella sonrió— Tú vestida de alguna caricatura y Paul vestido de cualquier personaje que te guste.

—El sexo sería muy divertido —la observé y ella me alzó las cejas.

—Cállate... —reí y también lo hizo, al menos lucía más animada que hace un rato—. ¿Realmente crees que él te haya dejado?

—Creo que solo estamos dándonos un respiro. Necesito resolver esto y tú necesitas ayuda —apreté los labios—. ¿Te puedo hacer una pregunta?

—Claro...

—¿Por qué Leslie?

—¿A qué te refieres? —pregunté confundido por su interés.

—¿Por qué me dejaste por ella? —sentí que en mi estómago se formaba un nudo, repentinamente era muy consciente de todo lo que dolía en mi cuerpo—. Leslie no es mucho más bonita que yo, supongo que debe de ser muy inteligente para ser coordinadora en un empleo como el tuyo, pero no creo que sea por lo que llamó tu atención. ¿Era mejor en el sexo? ¿te hacía sentir algo que yo no hacía? ¿Al menos cuidaba de ti? ¿Qué fue lo que hizo que tú te fueras?

El Corazón de NereaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora