Capítulo 8.

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I Would've Loved you – Kelly Clarkson ft Jake Hoot.

Nerea.

Desperté porque sentí un poco de malestar en el estómago. Sin abrir los ojos tenté las sábanas hasta lograr encontrar mi teléfono. Eran casi las seis de la mañana, yo entraba a trabajar hasta las nueve, así que aún tenía tiempo para ducharme, desayunar y prepararme para la oficina. Mis padres llevarían a Demian a la guardería hoy. Así que no tenía prisa por arreglarme.

Me di la vuelta sobre mi cuerpo hasta que estuve boca arriba y noté la lámpara de techo sobre la habitación. Era un colgante de tres luces cálidas. No recordaba haber comprado una lámpara así. Me senté en la cama y me congelé al no reconocer el lugar en el que estaba.

Nerviosa comencé a mirar hacia todas partes, el baño a la izquierda, las cobijas de color negro. No reconocía nada de esto. No fue hasta que volví la vista hacia un lado que de verdad sentí miedo, había un hombre en la cama.

Los recuerdos de la noche anterior comenzaron a azotar como látigos mi mente. Me había quedado a dormir en el departamento de Paul. No recordaba haber hecho nada más que vomitar, comer y dormir. Al menos hasta donde sabía. Levanté las sábanas para ver si llevaba pantalones. Sí los vestía, esos y unos bóxer a cuadros.

A mi lado estaba él... dormido. Estaba recostado boca abajo dándome la espalda. Su cabello estaba revuelto y respiraba profundamente.

El corazón comenzó a latirme con fuerza, lo podía escuchar claro en mis oídos. También había una sensación extraña en mi interior, como si el aire me faltara. La culpa, los nervios y otras sensaciones que no estaba segura de identificar se amontonaban dentro de mi pecho. ¿Cómo llegué aquí? ¿Cómo es que había caído en la cama de un desconocido? Sí, sé que no habíamos hecho nada, pero vamos... no tenía ni una semana de conocerlo y yo ya había dormido en su departamento. Bueno, él también lo había hecho en mi casa, pero él no había hecho un desastre en mi baño. ¿Debería limpiarlo?

Me levanté de la cama con mucho cuidado tratando de no despertarlo. Al moverme las sábanas se deslizaron hacia abajo descubriendo su cuerpo hasta su cadera dejando a la vista la extensión de su espalda.

Sentí que el calor me subía por el pecho hacia la cara. Aún en la posición en que dormía, podía notar sus músculos bien ejercitados. Había lunares esparcidos por toda su piel y el sentir deseos de acercarme para verlo a detalle hizo que se me secara la boca. Agité mi cabeza y cerré los ojos, como si eso fuera a detener la rapidez con la que mis pensamientos corrieron.

Caminé hacia donde estaba el baño y noté que estaba limpio. Entonces recordé que mientras me duchaba anoche había dedicado unos minutos para limpiar todo mi desastre. Borracha, pero responsable.

Encontré mi ropa sucia en un rincón del baño. La metí toda a mi bolso -cuando eres madre, cargas un bolso enorme en el que quepan todos los juguetes de tu hijo- así que no hubo problema para resguardar todas mis pertenencias. Me coloqué el abrigo encima y cuando estaba por ponerme los zapatos, noté que él se movía sobre la cama. Extendió la mano y cuando no me encontró en un lado, se sentó con rapidez.

Nuestras miradas se encontraron. No pude evitar arrastrar mis ojos por su rostro. Sus labios principalmente. Luego bajé hacia sus pectorales, los cuales estaban igual de trabajados que su espalda. Su cabello revuelto, la forma en que la almohada se había quedado marcada en su rostro y sus ojos entrecerrados solo me hicieron sonreír.

—Creo que a ti sí se te da eso de escabullirte por la mañana —dijo estirándose frente a mí, su voz era muy ronca por la mañana. Acomodó su cabello rebelde con ambos brazos y la sed comenzaba a ahogarme.  Él esperó mi respuesta.

El Corazón de NereaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora