Capítulo 7.

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비 - 폴 킴


Paul.

Nerea me había enviado un mensaje diciéndome que tenía listo mi dibujo, que le enviara mi dirección para poder hacérmelo llegar. Dos minutos después me dijo que me lo traería personalmente y que no podría esperar. Avisé a mi portero que ella vendría. Pero me llamó diciendo que había una mujer dando tumbos en la entrada y que respondía al nombre de Nerea Scott. Imagino que era su nombre de soltera.

Cuando abrí la puerta, la encontré con los ojos rojos y mareada a causa de tanto alcohol en su sistema. Sonreí por lo que acababa de decir.

—¿Laura sabía que tú eras así de nerd?

—Por supuesto, ella me vio convertirme en esto —dije ayudándola a entrar.

Caminó por el pasillo hasta que estuvo en mi sala de estar. La ayudé a sentarse sin que se cayera y retiré la botella que llevaba en sus manos. Ella veía al frente, tenía una estantería llena de libros, mangas, figuras y demás colecciones. Ella apretó los labios y señaló algunos.

—Yo conozco todos esos también, mi favorito es este —dijo señalando al Samurái X—. Estaba enamorada de él, lo dibujaba en todas mis libretas.

—¿Qué pasó entonces?

—Con el tiempo me fueron gustando los chicos de carne y hueso —hizo un puchero—. Qué tontería. Debí quedarme con los chicos imaginarios —reí sentándome a su lado y ofreciéndole una botella de agua—. ¿Me perdonasss?

—Por llamarme nerd, por llamarme otaku o por venir aquí a esta hora de la noche —pregunté mirándola, ella hizo una mueca y frunció los labios—. No llores... no estoy molesto.

—Es que... quiero que me perdones —alargaba las sílabas y arrastraba algunas letras— por venir tan tarde. Por llamarte Otaku no me arrepiento —solté una carcajada y me desplomé a su lado.

—Dime algo —pedí— ¿me mentiste para poder conseguir mi dirección? Porque pudiste haberme dicho que fuera por ti si te encontrabas en estas condiciones. No estés vagando así por la ciudad.

—Lo lamento —repitió—. La verdad me daba vergüenza que me vieras en este estado, pero no quería ir a ningún otro lado.

Me quedé un momento en silencio, tomé mi teléfono y después de entrar a una aplicación de comida, pedí un pastel pequeño de chocolate. Llegaría en unos minutos más.

—Pero no te mentí —alcé la cara y ella tomó su bolso, de dentro sacó uno de los cuadernos que habíamos comprado la otra noche.

—¿Dibujaste?

—Hace un rato, en el último bar en el que estuve —abrió la libreta y después de pasar la primera hoja, me lo mostró.

Tomé el dibujo entre mis manos. El corazón me dio un vuelco al ver lo que era. El detalle era impresionante, la forma en que había jugado con las sombras lo hacía casi irreal. El dibujo era un retrato de mí, en el parque Graham, sobre un columpio mirando hacia el suelo. El modo en el que le daba forma a mi cabello pareciendo que hubiera movimiento fue lo que más me impresionó, además del parecido a mí.

No sabía qué decir, ella tenía demasiado talento como para pensar que esto era un hobby nada más. Alcé la mirada, Nerea me veía con una sonrisa y se encogió de hombros.

—Me dijiste que dibujara algo que me hiciera feliz.

Se formó un nudo en mi garganta. ¿Qué se respondía a eso?

—Tienes demasiado talento —dije después de un momento—. Es realmente chistoso... cómo es que la vida te reúne con personas que son como un curita al corazón.

El Corazón de NereaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora