Capítulo 28

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We can't be friends – Ariana Grande

Nerea

Lizzy era la mejor amiga que tenía. Ella era un ángel caído del cielo y era el tipo de mujer que si pudiera te regalaría un riñón. Confiaba tanto en ella, que incluso sin pedirle que hiciera algo por mí, ella lo hacía. Cuando se enteró de todo lo que estaba sucediendo: el accidente de Ellis, el abandono de Leslie, la custodia de Sarah. Ella pidió permiso a Wess para ausentarse y cuidar de Demian por un par de días, esto con el fin de que mi madre pudiera venir aquí a hacerse cargo de Sarah.

Yo sabía que no podía pedirle a Paul que se quedara aquí el mismo tiempo que yo. Así que cuando llegué al hospital y lo encontré dormido en una silla muy incómodo, con el cabello revuelto y en una horrible posición supe que tenía que enviarlo de vuelta a casa. Al final, esto no era su responsabilidad, tal y como me lo había repetido a mí misma las últimas horas.

Cuando estuve cerca de él, besé su frente, su mejilla y cuando despertó pegué mis labios a los de él. Paul abrió los ojos y me alejé lentamente para verlo de frente.

—Por un momento pensé que Ellis y yo nos estábamos volviendo cercanos —susurró con voz ronca.

Reí y lo abracé fuerte. Lo único que quería era seguir escuchándolo. Había estado teniendo sueños extraños y en cada uno de ellos lo echaba de menos. Paul seguía sentado en la silla, así que yo estaba de pie a un lado de él. Hundió su rostro en mi pecho y yo lo abracé por el cuello. Pasé mis dedos por su cabello y solté un suspiro.

—¿Qué ha sucedido?

—Se ha despertado en algunas ocasiones, pero tiene mucho dolor así que se desmaya por ello. Tiene unas horas dormido, pero no parece haber algún problema.


Paul se levantó de su asiento, levantó los brazos para estirar los músculos un poco. Se inclinó para acomodar su espalda y reí al ver cómo gruñía.

—Necesito hacer ejercicio otra vez... —puso su mano en su abdomen— esto comienza a perder firmeza.

—Sí, yo de esa pancita no me enamoré —arqueó una ceja y reí fuerte. 

—Estar gordo en una relación significa que estás feliz —aclaró inclinando su rostro hacia mí y me robó un beso.

—Yo debo estar muy contenta entonces —dije poniendo la mano en mi vientre.

Paul iba a decir algo, pero miró a su alrededor y frunció el ceño.

—¿Dónde está Sarah?

—Mamá y papá llegaron hace una hora a la ciudad. Se quedaron con ella en el hotel, todavía estaba dormida, pero ellos se harán cargo. —Talló su rostro con ambas manos, supongo que para despejar un poco el pensamiento.

—Llegaron muy rápido.

—Ayer por la noche les llamé y creo que la conmoción los hizo moverse. —Bajé un poco la cabeza. —Lizzy tuvo mucho que ver. Mamá dijo que en cuanto colgamos tenía unas llamadas perdidas de ella, la contactó y se ofreció a cuidar de Demian para que ellos pudieran ayudarme con Sarah. Aún no la podemos sacar de la ciudad así que, alguien tiene que ayudarnos por aquí.

—Pensé que yo te ayudaría...

—Tú tienes que regresar —dije sin mirarlo y viendo lo que quedaba del dibujo que había hecho en mi dedo anoche—, amo que estés acompañándome y no quisiera que te fueras a ninguna parte. Sin embargo, tu lugar no es aquí. Tienes que regresar.

—Nerea...

Alcé la cara, no parecía molesto, pero lucía cauteloso. Entrecerró los ojos, sé que trataba de descifrar por qué le decía esto, pero la culpa que tenía era demasiado pesada como para ocultarla.

El Corazón de NereaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora